Coetáneos de Miguel Hernández
Carmen Conde Abellán
La poetisa española conocida también por el seudónimo de Florentina del Mar, Carmen Conde Abellán, viene al mundo en la ciudad de Cartagena como ella misma recuerda, el jueves 15 de agosto de 1907, día de la Asunción de la Virgen, a las diez y cuarto de la noche, en el número 4 de la calle de La Palma, edificio lamentablemente derruido en la década de los 80.
En cuanto a su ascendencia, por parte paterna, es gallega, de Orense más concretamente y por parte materna es murciana y lorquina. Sus padres se llamaban Luis Conde Parreño y María de la Paz Abellán.
Carmen es hija única y su infancia transcurrirá entre la Ciudad Departamental y Melilla. A esta ciudad, puerta de África para muchos, se trasladará su familia desde 1914 hasta 1920. Serán seis años de permanencia y que dejan en su memoria un recuerdo especial, tal y como se puede comprobar leyendo su obra Empezando la vida (Memorias de una infancia en Marruecos, 1914-1920). Un recuerdo muy detallado y a la vez colorista y luminoso, que hace recordar algunas veces a la prosa mironiana.
Tras esa estancia, la familia retorna a Cartagena. Carmen retorna también un poco distinta: se ha aficionado a la lectura poco a poco en estos primeros años. Entre los títulos que ha escogido, se encuentran La Biblia, El Quijote, Las mil y una noches y la obra de Lamartine, Rafael.
Tres años más tarde, en 1923 y tras la correspondiente preparación, Carmen aprueba las oposiciones para Auxiliar de la Sala de Delineación de la Sociedad Española de Construcción Naval (SECN), conocida hoy como IZAR, empezando su trabajo de inmediato.
El trabajo en la empresa de construcción naval no va a ser obstáculo para que Carmen desarrolle su vena literaria, iniciada con pequeñas colaboraciones en la prensa local de Cartagena y que aparecen en la misma desde el año 1925, aunque algunas son anteriores, correspondiendo a la época de cuando contaba 15 años.
Preocupada por los temas referentes a la educación y a la infancia, consigue en 1926 ingresar en la Escuela Normal de Maestras de Murcia, donde comienza los estudios de magisterio.
Un año después de iniciar los estudios de magisterio, va a conocer al también poeta y cartagenero Antonio Oliver Belmás. Al poco, formalizan sus relaciones. Mientras, Carmen publica en Ley (entregas de capricho) y poco después (1928) en Obra en marcha: diario poético. Se trata de las minoritarias revistas literarias editadas por Juan Ramón Jiménez, muy poco dado a efusiones y felicitaciones y que sin embargo le escribe: "Me ha sido usted sumamente simpática por sus cartas y poemas [...] Es verdad que yo no escribo casi a nadie [...] ¿Qué ha hecho usted para que yo mire hacia Cartagena sonriendo?".
Mientras, la relación con Antonio Oliver sigue su curso. Tanto, que incluso modifica el rumbo literario de Carmen Conde y la hace ser su crítico literario, tal y como aparece en un poema del que sería su primer libro de poesía, Brocal:
"Yo no te pregunto a dónde me llevas.
Ni por qué
Ni para qué
¿Tú quieres caminar?, pues yo te sigo".
Este libro de poemas en prosa permitirá, por un lado, ver cuál ha sido la evolución de su poesía, iniciada a muy corta edad, y por otro, permitirá conocer cuál será su mundo poético: el Mediterráneo, el sol y la luz, cantando también el y al amor.
Un año después, exactamente en 1930, Carmen ya es maestra nacional al finalizar sus estudios en la Escuela Normal de Maestras de Albacete, esperando un año para fundar las que posiblemente sean sus dos obras más grandes: por un lado, se casa con Oliver en Cartagena el 5 de diciembre de 1931 y por otro, juntos crean en junio la Primera Universidad Popular de Cartagena, en su afán de luchar por el desarrollo educativo, social y económico de su tierra, de Cartagena y trabajando en la utópica (entonces) idea de extender la educación a todas las capas sociales.
La Universidad Popular de Cartagena nace después de la que había fundado Antonio Machado en Segovia y con sus mismos estatutos. Este organismo tuvo también la suerte de beneficiarse de los conocimientos obtenidos por la beca que la Junta de Ampliación de Estudios le concede. Se trataba de estudiar en Francia y la vecina Bélgica procedimientos y organización de la educación popular. Desgraciadamente, este empeño por formar personas sucumbió al ser tomada Cartagena en 1939 por el bando vencedor.
El proyecto que Carmen Conde y Antonio Oliver Belmás habían diseñado no iba a dar títulos oficiales, pero capacitaría a sus miembros para obtenerlos en los centros estatales, creando también cátedras ambulantes para los domingos y festivos, visitando también el campo y amparando cualquier manifestación artística, literatura, música, pintura... Las clases, serán gratuitas, precisándose tan sólo una asistencia seria y puntual. Las clases, ampliarían poco a poco sus temas, elevando también el nivel cultural de los alumnos.
Elemento muy importante de la Universidad sería la biblioteca, que se nutría gracias a las grandes remesas enviadas por el Patronato de las Misiones Pedagógicas, aunque ello sin desmerecer las colaboraciones personales, como Luis Conde, padre de Carmen Conde, los hermanos Cegarra: Andrés, pintor y María, poetisa o el poeta Miguel Hernández, cuyos primeros poemas serán aquí leidos.
Esta "aventura", tuvo también su reflejo en el papel, ya que se creó siguiendo los deseos de Antonio Oliver una revista para informar de las actividades. La revista sería PRESENCIA. Cuaderno de afirmación de la Universidad Popular de Cartagena. La publicación, tendrá una vida efímera. Su número 1, se publicará en marzo de 1933, aunque no se pudo pasar del número 4.
Entre estas fechas que jalonan esta casi utopía educativa se desarrollan diferentes acontecimientos de gran importancia.
En primer lugar, en 1932 se inicia la amistad de Carmen Conde y Antonio Oliver con el poeta oriolano Miguel Hernández. Éste, coincide con Antonio Oliver en la editorial Ediciones Sudeste, en cuya revista colabora Oliver y en la cual publica su segundo libro: Tiempo cenital, a la vez que Miguel Hernández publica Perito en lunas.
La Universidad, contaba ya con Biblioteca de adultos, Biblioteca infantil, Cine educativo, conferencias, excursiones, exposiciones, etc. De estos momentos, data también la invitación a Miguel Hernández a la Universidad Popular para recitar su "Elegía media del toro" y el inicio de la amistad con la poetisa chilena Gabriela Mistral.
La chilena forma uno de los tres vértices del triangulo de autores que ella admiraba: Juan Ramón Jiménez, Gabriel Miró y Gabriela Mistral, prologándole su segundo libro, Júbilos, que llevaba ilustraciones de Norah Borges.
No obstante lo descrito, que procuró a la pareja cartagenera grandes satisfacciones, también hay que hablar de desgracias. La primera, es la pérdida de una hija, que nace ya muerta, junto con la muerte del padre de Carmen, y ello sin hablar del sobresalto que produjo en Carmen el inicio de la guerra civil, sembrando todo de muerte, de cadáveres y destrucción.
Con la guerra civil, se podría decir que se cierra un primer período de producción poética de Carmen Conde. A los mencionados Brocal y Júbilos, habría que añadir Empezando la vida, que aparece en fechas posteriores junto con poemas de la época de su estancia en Marruecos (1914-20) y sobre todo los tres libros de poemas en prosa, de guerra: Sostenido ensueño (1938), Mientras los hombres duermen (1938-1939) y El Arcángel (1939), a los que se une Mío (1941), que escribiría en El Escorial al iniciarse la posguerra.
Toda esta poesía de sus primeros momentos tiene, como destacó en su momento Gabriela Mistral, dos grandes virtudes: por un lado Carmen es la poetisa de la metáfora que descubre tesoros y deja volar la fantasía, y por otro, Carmen es también una gran comunicadora de sensaciones, de la noche del silencio, del miedo...
Con el estallido de la guerra civil, hablábamos del estremecimiento que supuso para Carmen ver todo sembrado de destrucción y muerte, un sentimiento al que sin embargo debe de hacer frente rápidamente. Su marido, se une al ejército republicano y es destinado a la Emisora Radio Frente Popular nº 2. Carmen le seguirá por distintas ciudades de Andalucía, hasta que su madre empeore de salud, momento en el cual vuelve a Cartagena a cuidarla. Esta situación, le llevará también a abandonar el proyecto de visitar a Gabriela Mistral, entonces Cónsul General de Chile en Lisboa.
Sin embargo, y pese a la confusa y peligrosa situación del momento, sigue diferentes cursos en la Facultad de Letras de Valencia, llegando incluso a aprobar unas oposiciones a Bibliotecas, aunque no llegará a ejercer.
Finalmente, la guerra acaba en 1939. Antonio es recluido primero en la cárcel de Baza, y luego en Murcia en casa de su hermana. Mientras, Carmen es acogida en El Escorial en casa de un matrimonio amigo, los Alcázar.
Por suerte, el inicio de la década de los cuarenta traerá una gran productividad para ambos: imparten cursos para extranjeros, pronuncian conferencias, Carmen es la asesora literaria de la Editorial Alhambra, colabora con el CSIC, con la Sección de Publicaciones de la Universidad de Madrid, utiliza distintos seudónimos, como Magdalena Noguera o Florentina del Mar.
En 1945 publica Ansia de la Gracia y en 1947 Mujer sin Edén. Constituyen estos el arranque de la nueva poesía de Carmen Conde, una nueva poesía en verso, con un mundo poético más riguroso, con un rico uso de las metáforas, muy descriptivo y concreto, y que despierta sensaciones de todo tipo.
Junto a Mujer sin Edén, aparecen también Sea la luz y Mi fin en el viento, extendiendo ese afán juanramoniano de eternidad por la belleza, afirmando su condición de mujer y poetisa frente a la naturaleza, la realidad. Llegando Concha Zardoya a hablar de misticismo y ascetismo incluso.
En 1949 se le permite por fin salir al extranjero, a Londres más concretamente, pero no será hasta 1963 que les autoricen a los dos a viajar a Hispanoamérica. Los destinos serán entonces Nicaragua, Panamá y Puerto Rico, quedando como testimonio de ese encuentro con el mundo americano Jaguar puro inmarchito (1963), poesía social que recoge las experiencias en Nicaragua sobre todo y la honda impresión que le causaron los indígenas y la miseria que rodeaba a la mayor parte de su población. Europa y otros países de América serán recorridos también por Carmen Conde. Las invitaciones, los congresos y las conferencias se suceden, al igual que los premios.
En 1951 y de la mano de Iluminada tierra, la poesía de Carmen Conde inicia un giro hacia el intimismo, que tendrá continuación en Vivientes de los siglos (1954) y Los monólogos de la hija (1959), caracterizado por una gran sinceridad.
Carmen recibe en 1953 el Premio Elisenda de Montcada por Las oscuras raíces (1953) y el Premio Nacional Simón Bolívar de Siena por Vivientes de los siglos (1954).
El inicio de la década de los sesenta es también muy importante en la vida de Carmen Conde. Por un lado, 1960 será un año que ve aparecer cuatro libros: En un mundo de fugitivos, Derribado Arcángel, En la tierra de nadie y Los poemas del Mar Menor. Destaca el primero por marcar la intensidad del proceso existencial que se iniciaba, denunciando la muerte, el odio universal..., y que se resuelve en un lamento. Por el contrario, Los poemas del Mar Menor, serán a modo de un remanso de paz y descanso.
En 1968, y tras una larga enfermedad, fallece su marido, Antonio Oliver Belmás, estableciendo un periodo de aislamiento de todo y todos de tres años y que al final traería la publicación de las Obras Completas de Antonio Oliver (1971). En 1975 aparece Corrosión, cuya segunda parte es de una gran riqueza de sentimientos, una de las más grandes elegías de la poesía contemporánea española. A esta le siguen Cita con la vida (1976), Días por la tierra (1977) y El tiempo es un río lentísimo de fuego (1978), obra donde se recoge la normal preocupación por el paso del tiempo, y que a juicio del propio Leopoldo de Luis no llega nunca a asfixiar el vitalismo que se desprende. En cuanto al estilo, continúa como siempre ha sido normal en ella: adjetivos enriquecedores, revitalizaciones de palabras, verbos surgidos del sustantivo...
La noche oscura del cuerpo (1980) será la siguiente obra en surgir de su pluma, siendo por demás novedosa. Aquí, se dan cita los temas del tiempo y el sueño, a través del cual se llega a la meditación evangélica: el recuerdo de la resurrección, y que lleva, recordando a Aleixandre y sus Poemas de la consumación, al recuerdo de San Juan de la Cruz, al recuerdo de la noche oscura del cuerpo.
Otros títulos surgen de su incansable vitalidad: Desde nunca (1982), Derramen su sangre las sombras (1983), Del obligado dolor (1984), Cráter (1985) y Hermosos días de China. De este conjunto de títulos, destaca en primer lugar Derramen su sangre las sombras, obra que se gestó 50 años antes y vuelve sobre el tema de la espera y posterior pérdida del hijo, con un tono de sencillez, pureza y muchas y puras emociones. En cambio, Cráter, nos devuelve aspectos de nuestras vivencias pasadas pero que hoy siguen actuando en el hombre, destacando su tercera parte, "Cántico al amor".
Como se puede comprobar, la trayectoria lírica de Carmen Conde es toda una lección de humanidad. Inseparable de su trayectoria vital, tiene como centros de interés el amor, la muerte, la guerra, su rebeldía ante la fragilidad que supone el mundo moderno para la persona... Todas esas vivencias llevaron también anejas una serie de distinciones, como fueron el Premio Doncel de Teatro Infantil, recibido en 1961, el Premio Nacional de Poesía por Obra poética en 1967, el Benito Pérez Galdós de Periodismo en 1979 tampoco se le resiste, teniendo que añadirle en 1987 el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil.
Pero puestos a hablar de la figura de Carmen Conde, seríamos muy superficiales si sólo hablásemos de sus facetas de poetisa, novelista, autora de estudios críticos, de cuentos o de teatro infantil. Carmen Conde es algo más, abrió nuevos horizontes a las escritoras en nuestra lengua, que a decir de muchas de ellas encontraron en su vida ejemplos para conseguir un mejor camino para expresarse. Y esto es así sobre todo desde que es académica electa desde el 9 de febrero de 1978 de la Real Academia Española. Su toma de posesión del sillón que ocuparía, el "K", se produjo el 28 de enero de 1979 con el discurso "Poesía ante el tiempo y la inmortalidad", y que sería contestado por Guillermo Díaz Plaja. Toda una "revolución" que aún tardaría en ser seguida por Francia dos años más con el caso de Marguerite Yurcenar.
Al mediados de la década de los 80, Carmen Conde sigue desbordante de energía. Participa en programas de radio, concede multitud de entrevistas pero desgraciadamente se le detecta la enfermedad de Alzheimer, que en sus últimos años de vida requerirá que se le interne en una residencia especializada de Majadahonda. Mientras, en 1995 se formaliza la donación a la Ciudad de Cartagena de su legado cultural, creándose un Patronato gestor y un Museo, que se inaugura ese mismo año. Un año después, el 8 de enero de 1996, muere Carmen Conde en Madrid, siendo el paradigma de lo que puede llegar a hacer la mujer creadora hoy, la mujer escritora que como muchos ya van viendo, desempeña ya un nuevo papel, cada vez más activo en las sociedades actuales. Cualquiera que hoy lea, podrá advertir como la poetisa de hoy muestra una voz distinta, más humana y con tintes de responsabilidad sobre el bien y el mal.
Relación con Miguel Hernández
Para establecer la verdadera dimensión de la relación entre Carmen Conde y Miguel Hernández, es necesario retroceder en el tiempo hasta el 6 de junio de 1930, momento en el que se anuncia en La Verdad la noticia de la aparición de Sudeste, y que llevaba el subtítulo de Cuaderno murciano de literatura universal. De esta revista, sólo se publicarán cuatro números, pretendiendo ser algo "fecundo en valores inéditos". La página nace al cuidado de José Ballester y de Raimundo de los Reyes, director y redactor de La Verdad, respectivamente. La cadencia de la publicación es semanal, apareciendo la última el 16 de julio de 1936, sufriendo también los lógicos altibajos de calidad, pues algunas semanas no aparecía o lo hacía recortada por la publicidad.
Entre los habituales, se encontraban Antonio Oliver, José Ballester, y Carmen Conde, de la que hay que destacar el poema "Sigüenza y la eternidad", donde traza un boceto en prosa extraordinario sobre el Gabriel Miró y la eternidad, y a los que se añadirán Ernestina de Champourcin en el segundo (octubre 1930), Jorge Guillén en el tercero (enero 1931) y Gerardo Diego, Leopoldo Panero o Rafael Alberti y un dibujo de Gaya, en el cuarto y último número, de julio de 1931, por citar sólo a los más destacados. La calidad de esta revista fue en aumento durante su fugaz existencia, aunque también sirvió para encabezar otras actividades, como la edición de libros, labor que se extendería por espacio de cinco años. De ella, surgieron varias colecciones, aunque la más importante, es la titulada "Varietas". En ella se publicaría primero el libro de Antonio Oliver, Tiempo cenital, el 15 de abril de 1932, luego Perito en lunas de Miguel Hernández (20 de enero de 1933) y más tarde Júbilos de Carmen Conde el 30 de marzo de 1934 en su primera edición y el 21 de agosto del mismo año en la segunda.
A la mencionada Tiempo cenital le hizo una crítica muy favorable Ramón Sijé, en El Diario de Alicante. Fue tal el interés que ésta despertó en Antonio Oliver que sin conocerse, le envió una carta de agradecimiento al periódico. Por éste medio se enteró de que el oriolano estaba de campamento universitario de la F.U.E. en Sierra Espuña y allá se acercó el matrimonio Oliver-Conde a conocerle. La personalidad del oriolano les cautiva, y le invitan a dar unas conferencias. La primera fue el día 30 de septiembre de 1932, y se titulaba "Oleza y Orihuela en la obra de Miró", y estaba inserta en una semana de homenaje al autor de El Obispo leproso.
Aunque todavía a día de hoy hay aspectos que no terminan de quedar despejados de toda duda, seguramente, Sijé pondría en contacto al matrimonio cartagenero con Miguel Hernández, reuniéndose aquí con Sijé y Hernández el 2 de octubre de 1932, cuando acuden a Orihuela con ocasión del homenaje a Gabriel Miró en Orihuela, un homenaje que no tuvo la trascendencia que se quería y al que faltaron a pesar de las invitaciones que se les cursaron Pedro Salinas y Jorge Guillén. Quien sí estuvo fue el polémico Ernesto Giménez Caballero, invitado por el propio Ramón Sijé y que además acaba destruyendo el espíritu inicial del homenaje por el tono de desplante y los contenidos de tipo político y fascistizante que adornan su intervención.
Al finalizar, parece, aunque no está comprobado, que el matrimonio Antonio Oliver y Carmen Conde, fortalecerían esa incipiente amistad con Miguel Hernández, amigo y compañero de su ya amigo y conocido Ramón Sijé, trasladándose entonces al Círculo Católico de Orihuela para seguir leyendo poesías, momento que Miguel aprovecha para ofrecer a la vista el original de Perito en lunas a Carmen Conde, a la cual ya admiraba, teniendo incluso en su biblioteca un ejemplar de su primer libro, Brocal.
El homenaje a Gabriel Miró sirvió también para publicar una revista, en la que se publicarían trabajos acerca de lo mironiano. El título que se le dio viene de una publicación que aparece en El Obispo leproso, El clamor de la verdad, y desgraciadamente sólo se editó ese primer número, en cuyo sumario aparecían entre otras las colaboraciones de Antonio Oliver y Carmen Conde, "El cuerpo derruido" y "Dos poemas". Es el 2 de octubre de 1932, el mismo día del homenaje cuando salga a la calle.
La relación entre los tres, o mejor dicho los cuatro, -no hay que olvidar a Ramón Sijé- no quedó aquí, puesto que Carmen Conde y Antonio Oliver le invitaron a Cartagena, a la Universidad Popular que ellos habían fundado a leer poemas. Romancero, teatro, público... esa mezcla gustó sobremanera a Hernández, que desde las experiencias de García Lorca y La Barraca seguía todas las vicisitudes de esa nueva forma de hacer teatro.
La relación será muy intensa, con abundantes visitas como recuerda Carmen Conde de Miguel Hernández a su domicilio en Los Dolores y una importante relación epistolar, relación que cuando en algún momento queda "suspendida" de manera momentánea por el aluvión de trabajo del matrimonio, le lleva incluso a Miguel a preguntarse si no les habrá molestado algo.
Los oriolanos accedieron varias veces a acudir a actividades de la Universidad Popular de Cartagena. El 29 de abril de 1933 les invitan para repetir lo hecho con anterioridad en el Ateneo de Alicante, con Miguel Hernández recitando "La elegía media del toro", como rezaba el cartel que le había diseñado Francisco de Díe y acompañado de una jaula con un limón dentro a modo de canario y una campana que tañía para obtener el silencio y la atención del público. Pero esta no será la única intervención de Miguel Hernández en la Universidad Popular. El 27 de agosto de 1935 y coincidiendo con la celebración del homenaje por el tricentenario de Lope de Vega, es vuelto a invitar a Cartagena por el matrimonio Oliver-Conde. La Universidad popular organizaba un acto literario-poético y le invitaron a asistir. Miguel aprovechó para leer su trabajo "Lope de Vega en relación con los poetas de hoy", recitando además otros trabajos, tanto de Lope de Vega como suyos.
Pero las actividades en común no acabaron ahí, pues Carmen Conde recuerda también muy bien cómo compartían su modesta comida en la casa de la calle Ríos Rosas, muy cerca de la editorial Espasa-Calpe, lugar de trabajo hasta poco antes de la guerra civil de Miguel Hernández, contratado por Cossío para mecanografiar las biografías que iban a componer la enciclopedia taurina de Los Toros. Durante esta estancia de los Oliver-Conde en Madrid, realizaron algunas salidas y visitas, recordando sobre todo una visita a la casa de Pablo Neruda en compañía de Delia del Carril y que le permitió comprobar por un lado su provincianismo y por otro la buena relación que Delia mantenía con Miguel por sus cariñosas actitudes. Precisamente esta "transparencia" de su modo de ser le llevó, como atestigua por otros encuentros a Miguel a estar en buena relación con multitud de personas de las más diferentes condiciones, como el escritor Enrique Azcoaga.
Resulta curioso que los tres autores de la truncada colección "Varietas" de la Editorial Sudeste tuviesen con el tiempo tan buena relación, una relación que por los condicionantes geográficos de lejanía en principio no hubiese sido posible. El desencadenante de una crítica favorable por parte de un a la postre amigo común actuó de detonante de una relación que sin embargo y de manera casi accidental ya se había iniciado unos años antes entre Cartagena y Orihuela, ya que una hermana de Carmen Conde, la primera hija que tuvo su madre, estaba enterrada aquí.
Fue un cúmulo de casualidades, casualidades casi necesarias, pues al fin y al cabo eran unos espíritus muy similares, preocupados por la cultura y el saber y por atender siempre a quien demandase su ayuda, espíritus a los cuales la guerra truncó de manera más o menos definitiva como Miguel o relativa, caso de Carmen o Antonio y a los que la crítica ha terminado devolviendo al lugar que legítimamente les corresponde.
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