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Premios Literarios Miguel Hernández 2024 Exposición Bibliográfica Miguel Hernández Genealogía de Ramón Sijé

Coetáneos de Miguel Hernández

Juan Rejano Porras

 



El 29 de septiembre de 1902 contraen matrimonio en Puente Genil (Córdoba) Juan Rejano Márquez, de profesión administrativo, y Concepción Porras Godoy, ama de casa. Este era el segundo matrimonio de Juan Rejano Márquez. Del primero, con Eloísa Rodríguez, nacerían Carmen, Eloísa y Marcelino. Del segundo matrimonio, nacerán cuatro vástagos más: Juan, que es el mayor, el 20 de octubre de 1903, y posteriormente Conchita, Aurora y Joaquín.

La infancia de Juan Rejano transcurrirá en la casa familiar, una construcción clásica cordobesa, con su pozo, mucha luz y compartiendo a veces habitación con su abuelo, que se dedicará a contarle muchas historias y anécdotas.

Durante esta época, apercibidos de sus posibilidades al poseer una bella voz de bajo, va a recibir educación musical, pero también recibe enseñanzas sobre literatura, siendo en estos momentos el teatro y la música sus principales distracciones junto con las excursiones al río, en el que disfrutaba de la natación, que además se le daba muy bien, al igual que el teatro, y que le llevó de niño a hacer bastantes representaciones benéficas.

En cuanto a la formación literaria que decíamos, hay que destacar que es un autodidacto. En casa, existía una biblioteca pequeña, en la que se tenía además acceso a suscripciones de revistas y de publicaciones de tipo narrativo, muy al uso en esta época.

Sus inquietudes literarias, se despiertan a la edad de 14 años, teniendo que mencionar como influencias literarias rastreables en Juan Rejano, muy claras, por lo menos en este momento, a Emilio Prados, de la revista Litoral, que ejercerá sobre él una verdadera influencia, no sólo literaria, también política y moral.

En 1917, tras finalizar los estudios primarios, se traslada a Málaga para preparar el ingreso en Correos, lo que consiguió al final como oficial en Puente Genil. Más tarde, ganará una plaza por oposición para los Ferrocarriles Andaluces.

Cuatro años más tarde, gana su primer premio, en San Fernando (Cádiz), por La Pandereta Andaluza, apareciendo además publicaciones suyas con el seudónimo El diablo cojuelo.

En 1925 llegó el momento de cumplir con el servicio militar, parte del cual transcurrió entre los avatares de la guerra de África, terminando por enfermar de paludismo, lo cual hace que le licencien. Vuelve entonces a Málaga y se familiariza con las labores de imprenta, conociendo a la que sería su mujer, siendo también presidente y bibliotecario de la Sección Literaria de la Sociedad Económica de Amigos del País.

Años más tarde, en 1930 concretamente, es secretario de la Editorial Cénit y participa ya en distintas revistas, como Post-guerra, El Estudiante, La Gaceta Literaria o Nueva España, de la cual es fundador.

Juan Rejano se casa el año 1932 con Carmen Marchal, hija de militar y profesora de guitarra, que a la sazón sólo contaba con 19 años, y que le dará dos hijas: Concha y Carmen.

Una tarea habitual en él en estos años es la de traductor de novelas francesas, trabajando además en Amanecer. Cuenta como contertulios de esta época con Prados, Altolaguirre, Salvador Rueda y los hermanos Blasco, primos de Picasso y dueños de Amanecer, en la que tenía su sección "Vilanos en el aire".

Durante 1934 nos lo encontramos como masón por un tiempo, siendo además redactor jefe de El Popular desde octubre y secretario de Prensa del Gobierno Civil hasta la llegada de las tropas nacionales en 1937.

Tras la caída de Málaga, pasa a Valencia, ingresando en el PCE, destacando por su actividad como redactor en Frente Rojo, primero en Valencia y luego en Barcelona, desde la que sale con las tropas en retirada vía Port-Bou a Francia. Aquí, es internado en el campo de concentración de Argiles, de donde escaparía hacia Perpignan. Allí, conoce a la nieta de Maura, que la ayuda con dinero y chocolate a llegar a París. Tenía en esos momentos iniciales del exilio 36 años.

El 13 de junio de 1939 lo encontramos entrando en el puerto de Veracruz a bordo del Sinaia, con varios centenares de refugiados más, entre los que estaban León Felipe y Pedro Garfias.

En esos inicios tan difíciles, empezará colaborando en la revista Taller y, más tarde en 1940 en Romance. En la revista participan Prados, Gaya, Gil-Albert, Rejano, y el pintor Miguel Prieto que se encarga de la parte gráfica y el diseño. A estos, se añadirán Adolfo Sánchez Vázquez y José Herrera Petere. Estuvo en ella hasta el número 16, en septiembre de 1940. También fue en esta época inicial del exilio Jefe de redacción de Ars.

En 1941 se nacionaliza mexicano, aunque sin perder la nacionalidad española, y se inicia la gestación de su primer libro de poesía mexicano, Fidelidad del sueño, que se publica en 1943. Un año después se publica La esfinge mestiza. Crónica menor de México y refunda junto con Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Moreno Villa, Giner de los Ríos y Luis Cernuda, Litoral, de la que se editan 4 números. En este año, pletórico de trabajos, publica también El Genil y los olivos, y el volumen en prosa El poeta y su pueblo. Homenaje a Federico García Lorca, con ilustraciones de Ramón Gaya.

Poco después, en 1946 colaborará en la revista Las dos Españas, apareciendo además su Retrato del retratista en el volumen Sala de Retratos de Emilio Abreu. A ellos, les sigue la dirección de la Revista Mexicana de Cultura hasta 1961 y las colaboraciones en Ultramar, publicando además Víspera heroica.

Continúan sus inquietudes en el exilio, y en 1948 publica el poemario El oscuro límite, al que siguen Noche adentro (1949) y Constelación menor (1950). Este último lo escribe en un momento de especial recuerdo para él, pues en esas fechas conoce a la que sería su pareja hasta 1964, Luisa Carnés. Imparte también entre 1952 y 1953 un curso sobre el Romancero de la literatura española en la Universidad de Nuevo León, en Monterrey y ese último año aparece colaborando en el volumen colectivo Poemas de la Nueva Polonia.

Su cargo de delegado en el V Congreso del PCE (Checoslovaquia, 1954), le allana la elección como miembro del Comité Central del PCE. Sólo un año después vuelve a sorprender a propios y a extraños con otra publicación, Canciones de la paz, aparecidas con ilustraciones de Miguel Prieto, al que sigue en 1956 La Respuesta, en memoria de Antonio Machado.

Las tareas editoriales que emprende Rejano son muchas y variadas y sobre todo, continuas. Así, en 1958 pone el prólogo al libro de León Felipe El ciervo, y al año siguiente, tras realizar un viaje a China organizado por la Internacional Comunista con Neruda y Alberti, surge el parcialmente inédito Diario de China.

Siguen los trabajos poéticos de Rejano sin descanso, tratando de mitigar su inquietud, y en 1961 aparecen El río y la paloma y El libro de los homenajes, un texto completo, que permite aprender historia y literatura y destila rabia.

Al año siguiente (1962), fallece su amigo Emilio Prados y deja de promover los premios literarios de El Nacional.

En 1963, los sucesos relacionados con la condena en España de Julián Grimau, le llevan a publicar su Elegía Rota para un himno. En la muerte de Julián Grimau. Esta elegía, y la magnífica nota que sobre Emilio Prados aparece en la Revista Mexicana de Cultura en 1964, parecen querer preparar a Rejano para lo que el destino le deparará poco después, el fallecimiento en accidente de tráfico de su compañera. El coche en el que viajaba, derrapó por la lluvia, luego salió despedida del coche, que conducía su hijo y que le pasó por encima, acabando con su vida.

Tras pasar unos momentos muy difíciles, sumido en la depresión y el dolor, regresa a la producción poética en 1965 con El jazmín y la llama, su último volumen poético individual.

También va a continuar dando recitales y conferencias, a la vez que se ve cada vez más asaltado por la idea del regreso, ya que han fallecido casi todos sus amigos: León Felipe, Altolaguirre, Garfias, Prados y le animan a volver sus hijos y nietos en España. Esa idea del regreso coincide también con su vuelta a la dirección del Suplemento de Cultura de El Nacional, conocida también como Revista de Cultura Mexicana.

Finalmente, tras aparecer publicada por la UNAM su antología Alas de tierra, que recoge su producción entre 1943 y 1973, y para la que escribe un prólogo, va a morir de una manera silenciosa el 4 de julio de 1975 en el Hospital General, donde fue operado de una dolencia gástrica crónica que arrastraba. Tras una recuperación exitosa, una complicación en forma de gangrena gaseosa acabará con su vida.

En el momento de su muerte, Rejano preparaba un nuevo volumen, Elegías Mexicanas, y además ultimaba su regreso a España por primera vez desde que inició su exilio en 1939.   

Tras este somero repaso a la trayectoria vital de Juan Rejano, vamos a comentar algunos aspectos de su obra que quizá han quedado un tanto oscurecidos frente al dato biográfico.

En la producción literaria de Juan Rejano encontramos primeramente una época de juventud, en la que se incluyen las obras escritas por él entre 1923 y 1928. Este periodo, permite también conocer cuál ha sido su bagaje cultural, siendo además obras en las que cristalizan algunas de las tendencias que mostrará el autor durante su plenitud. Entre estas obras de juventud podemos destacar  "Los ojos de Niñarrosa", dedicada a Carmen Marchal, que sería su primera mujer (1922-23). En ella se dan cita el misticismo y la lírica retórica de principios de siglo, pero no serán las únicas en estos momentos iniciáticos, pues Rejano se abre a todas las influencias.

Poco a poco, se va a ir advirtiendo sin embargo cierta evolución, aunque también habrá un retorno a los clásicos como Manrique, Calderón, Quevedo o Góngora y el uso de los elementos populares, sobre todo los elementos "andalucistas". Además, encontraremos interés en el romance popular, pero todo es fruto del autodidactismo de Rejano.

También podemos destacar de estos momentos un intento por emplear la prosa para tratar de definir el concepto de arte moderno, aunque quizá es algo pedante debido a la desorientación de sus lecturas, pero que finalmente se transforma en una conferencia. Se trata de "El modernismo en la literatura y en el arte" (1928). Algunos han querido ver aquí un parecido con Miguel Hernández por temperamento, naturaleza política y autodidactismo.

La siguiente época que podemos rastrear en su poesía, es su primer destierro, siendo la obra clave Fidelidad del sueño, que es su inaugural obra publicada en México. En este libro, tenemos a nuestro alcance una poesía más patriótica que política, en la que Rejano enfatiza el sufrimiento humano. En esta obra, nos encontraremos como dos libros separados. Una es "Estoy bajo tu piel", que consta de 15 sonetos y conforma la primera parte, siendo la parte final, las elegías, de formas abiertas, versos variados y rima libre y conteniendo todo algo de lo contemporáneo y del incipiente surrealismo.

Juan Rejano, como cualquier autor, siguió evolucionando, pasando entonces a una época neopopulista, con recuperación de motivos tradicionales y folklóricos. De este periodo, podemos destacar El Genil y los olivos, que apareció como suplemento de Litoral en su etapa mexicana, estando dividido en tres partes: "El Genil", "Los olivos" y "Otras canciones". Aquí, encontramos a un Rejano, que, fiel a su pasado, siente la necesidad imperiosa de volver a su tierra, pero también de volver a la niñez. Las imágenes del Genil, del olivo, al que han cantado tantos, ofrecen un torrente abrumador de recuerdos y un recorrido impresionista y caprichoso por algunas de las vivencias de la infancia del poeta.

Este impulso neopopulista tiene continuación en Constelación menor (1950), donde se encuentra otra vez ese profundo acerbo andalucista. Son poemas de conciliación, con elementos folklóricos, cuyas raíces se encuentran en el amor y el espíritu neopopulista de Rejano, siendo la lírica un panegírico exaltador de oficios, objetos y cualidades.

Los poemas agrupados en torno a la denominación Córdoba del Trópico, son otro ejemplo de neopopulismo. Escritos hacia 1949, permanecieron inéditos hasta que algunos aparecieron en Alas de tierra. Son canciones de metro breve, con ritmos populares y que recuerdan las melodías mexicanas muchas veces.

Coetáneo con esta corriente de inspiración, encontramos también una tendencia que podríamos denominar marina. Los textos que la siguen, obviamente, se ambientan en lo marino, recreando sus vivencias juveniles. Son poemas algo más fríos y distantes de lo normal, pero es algo que el exilio ha impuesto, que el mar, a pesar de los recuerdos de juventud, sea causa de dolor y emblema de la separación.

Continuando con esa lógica evolución en todo poeta, nos encontramos entonces con la lírica de compromiso social, algo que no debe resultarnos extraño si recordamos que la vida de Rejano fue la de un activo militante. De hecho, algunos como Semprún, han llegado a hablar de él como de un panegirista del partido, aunque hay que matizar todo esto, pues precisamente Rejano no se prodigó demasiado. Alcanzaría a lo largo de su vida distintas dignidades dentro del partido, aunque sin hacer ostentación de ellas, dedicándose siempre tan solo a trabajar por él.

Dentro de esta orientación, merece la pena ser destacado el Libro de los homenajes, una serie de semblanzas (casi un centenar) de activistas, intelectuales y artistas del exilio español, tratadas con una simbología algo sentimental y populista. También merece ser comentado, porque aumenta el compromiso de Rejano, Víspera heroica. Canto a las guerrillas de España, aparecido en México en 1947. Aquí, más que tema social, encontramos compasión con el esfuerzo y el trabajo, dándose cita multitud de escenas de ejecuciones, voladuras de trenes, etc., con una lírica pobre.

Convencido poco después por las nuevas directivas del PCE de la inutilidad de la fuerza y la necesidad de la concordia y la paz, y tras el viaje a China con la Internacional Comunista, aparece Canciones de la Nueva Polonia, un libro denso y ambicioso, con la paloma como icono y mensajero de concordia y paz, y todo ello  vinculado con la iconografía picasiana y el arranque de lo realizado tras la posguerra por los polacos, la pacífica recuperación de su patria, y donde la ideología se incrusta hasta la médula en los poemas.

El cúlmen de esta orientación lo ofrece Canciones de paz, aparecido en 1955, y que posiblemente puede considerarse el mejor libro de poesía social de Rejano. Este volumen se encuentra dividido en siete partes. La primera, es "Canciones humanas", y en ella se propone la paz como registro activo, que llama a todas las puertas, incluso a las de la madre doliente. La segunda es "Canciones vegetales", son once composiciones de ritmo vivo, con metro corto y aires de seguidilla. En ellas, pasa revista a la flora mediterránea para invocar a la paz. La tercera, se denomina "Canciones que vuelan", y en ellas busca símbolos de paz extraídos del mundo de las aves, aunque introducidas por la abeja, el laborioso insecto que introduce la figura de la reconstrucción. La siguiente serie, la cuarta, se denomina "Canciones para los niños". En ella, aparece el niño como símbolo de fragilidad y hermosura, y donde todo aparece con el ritmo de los juegos infantiles. La quinta serie, se dedica a la paloma, un elemento heredado de Picasso y que él a su vez toma de su padre, pintor de palomas. La sexta, "Canciones de España", reproduce algunos procedimientos de poesía social pero ciñéndola a la paz, y son a modo de proyecciones simbólicas. La séptima y última parte son las "Canciones epigramáticas", en la que encontramos una sátira agresiva de las figuras protagónicas del universo norteamericano. Tras todo esto, vamos a encontrar una especie de colofón, que es el poema "Canción de amor para el día de la paz", y que cierra el libro.

La poesía política será algo que no abandonará Rejano, vistas sus profundas convicciones políticas. Él mismo lo confesará varias veces, que se veía como un poeta social, y de hecho, se reflejará en otras composiciones. Así, El río y la paloma (1961), que contiene poemas fechados entre 1945 y 1957. Los primeros le van a acercar a Rubén Darío, con evocaciones del paisaje familiar, recuerdos a la madre, al destierro. Con este libro, a pesar de ser en parte reflejo del social Canciones de la paz, se instala Rejano firmemente en la línea reconciliadora.

También podemos insertar en esa corriente social Elegía rota para un himno (1963), y que se inscribe en torno al proceso a Julián Grimau. La indignación por el fusilamiento del disidente catalán, le lleva a verse retóricamente desenterrando sus armas dialécticas, conjugando el insulto con el dicterio y las consignas.

No hemos hablado hasta la fecha más que de poesía, pero no podemos despreciar la faceta prosística de Rejano, desempeñada largo tiempo en la prensa y plasmada principalmente en dos obras que seguidamente pasamos a describir.

La primera es el ensayo La esfinge mestiza. Crónica menor de México. Escrito durante sus primeros momentos en el país, trata de corresponder a la grata acogida que por parte de las autoridades mexicanas se dispensó a los españoles. El libro no es más que una recopilación de sus distintas vivencias en México, pero sin verter ningún juicio o testimonio comprometido, constituyendo un retrato colorista pletórico de detalles simpáticos y mucha curiosidad. El ensayo se publicó en 1945 y contó con ilustraciones de su amigo, el pintor Miguel Prieto apareciendo algunos episodios antes en las páginas de El Nacional.

Entre los aspectos que desarrolla, podemos citar las variantes del español, sobre las que realiza un estudio filológico, personajes históricos indígenas de México como Cuauhtémoc, Canek y Juárez.

También hay que destacar que para Rejano, y de ahí el título, el mestizo es el depositario del porvenir de la nación mexicana.

Antes de fallecer, Rejano, parece que preparó una segunda edición con más material, son 16 composiciones, con referencias, entre otros a escribanos, avenidas de la ciudad, al valle donde se instaló la ciudad, la permeabilidad del pueblo mexicano a las nuevas costumbres -como pueden ser la elección de los niños entre Santa Claus y los Reyes Magos-,o la tradición sobre los huesos de Hernán Cortés puestos en relación con la conquista y el trato que el pueblo le dispensa. Debemos también mencionar el contraste que hace de la relación entre los hechos religiosos y los festivos, haciendo así intervenir al color.

La otra obra es Elegías mexicanas. Son 18 poemas, publicados en 1977. En ellos se mezcla el amor, la mitología, los poemas civiles... Es quizá después de una mirada más atenta un libro "Sin acabar", apenas esbozado y publicado a su muerte por editores y amigos. El tema central es el poema "En la muerte de Lázaro Cárdenas", a quien dedica también el libro. Rejano desgrana con él las virtudes de aquel presidente, que acogió a los exiliados de tal manera que hizo nacer un sentimiento de orfandad y solidaridad para con México.

Relación con Miguel Hernández

Algunos han llegado a decir que Juan Rejano nació poeta, pero que le faltaron medios. Lo cierto es que recorrió con Miguel Hernández largos senderos de soledad, en itinerarios sin etapas conocidas, aunque la relación que se estableció fue otra, sobre todo de admiración, como lo testimonian las publicaciones de que le hizo objeto, principalmente artículos de prensa y poemas, publicaciones en las que sin embargo son rastreables equivocaciones, desconocimientos y algún leve intento de manipulación por desconocimiento, olvido o falta de material de consulta.

El primer artículo que Rejano le dedica, aparece en el diario El Nacional de México el 27 de octubre de 1942. En él, incorpora al poeta oriolano a la última generación de poetas y escritores que al inicio de la guerra empezaban a gozar de una merecida fama. En cuanto a la muerte del poeta, afirma que: "lo han dejado morir lentamente, con una crueldad refinada", y refiere algún detalle de la biografía de Miguel Hernández que posiblemente pueda intentar hacer coincidir con su memoria, contándonos con una visión del todo tópica que "apareció en Madrid por el año 31 o 32, con unas abarcas y unos pantalones de pana que conservaban la rusticidad y el candor de los días pastoriles". Recurre también a su memoria para decir equivocadamente, puesto que fue al revés, que tras Perito en lunas y El rayo que no cesa intentó la aventura teatral escribiendo un auto sacramental.

En el mismo artículo, menciona también a Viento del pueblo, que en su opinión es "el libro más desigual de Miguel Hernández", aquel en el que quizá se advierten más altibajos, pero posiblemente también el más generoso y el de más autenticidad poética.

Diez años después, el 14 de diciembre de 1952, en el mismo diario, publicaría otro artículo en el cual declara al poeta oriolano heredero de los juglares y menciona que la experiencia subjetiva en él era la comunión con la naturaleza y los humildes. Y continúa mencionando que en El rayo que no cesa y en Viento del pueblo se encuentra la evolución definitiva como poeta de Miguel, afirmación comprensible al no conocerse todavía el Cancionero y romancero de ausencias, y añade que Viento del pueblo, obra de plenitud en todos los aspectos, estéticos, humanos y revolucionarios contiene lo más auténtico de un Miguel Hernández que, junto a García Lorca y Antonio Machado, conformarían un martirologio republicano.

Rejano comenta también ya hacia el final del artículo dos cuestiones en las que quizá no podamos estar de acuerdo con él. La primera, que los poetas adictos al régimen franquista se aprovechan de su nombre, afirmación descabellada, máxime al ver la reacción de la mayoría cuando se le intentó tributar algún homenaje. Y la segunda, es que en la Obra escogida (1952), se habían mutilado poemas de Viento del pueblo, una recopilación que probablemente él no supo o no quiso saber que prefería recoger pocos poemas de este libro tan controvertido en esos momentos para poder salir a la calle y que precisamente de ahí el título, Obra escogida, por aquello de la tendencia que se debía seguir para poder sacar la obra a la calle.

El tercer homenaje son las "Palabras pronunciadas por Juan Rejano en el homenaje organizado en Guatemala al poeta español Miguel Hernández", durante los años 50. En él, recoge motivos de los artículos referidos con anterioridad, desde su inicio bebiendo de los clásicos hasta que Miguel murió rodando por los calabozos. Asimismo, menciona otra vez cuáles son sus obras cumbre: El rayo que no cesa y Viento del pueblo, que además cierran su producción literaria, pues como él dice, de haber sido su vida más larga no podemos calcular a dónde habría llegado junto a Antonio Machado y Federico García Lorca, constituyendo como ha sido mencionado, con ellos una especie de martirologio republicano.

Concluye el texto recordando una vez más que para él Miguel murió abandonado de los poetas, que son precisamente los que ahora se lucran de su nombre, un nombre que permanecerá y de ello dan fe en su pueblo, dice él, en el cual guarda el recuerdo amoroso de este hijo malogrado.

Finalmente, el cuarto homenaje de Juan Rejano hacia la figura de Miguel Hernández, es el largo poema "Al morir el poeta Miguel Hernández (1942). Dos tiempos de llanto", un poema que apareció en su Libro de los homenajes, publicado en México en 1961, y que luego recogería Litoral en su número 91, 92 y 93 de 24 de mayo de 1980 y en la obra Juan Rejano. La mirada del hombre. Nueva Suma poética (1943-1976), que contó con el estudio preliminar de Aurora de Albornoz y fue editado en Barcelona en 1988, aunque hay una edición no distribuida del mismo en Madrid del año 1978.

De Rejano, y ya para terminar, habría que destacar que fue un poeta de sereno estoicismo, siempre atento a la luminosa Córdoba, que además le presta su gracioso acento. Una obra pletórica de contrastes en la que siempre muestra su amor y su orgullo por su origen cordobés, le enriquece y le honra, máxime cuando recordamos que se trata de una persona de orígenes sobrios pero que va a estar además animado de una innata elegancia y al que, como a otros muchos en sus mismas circunstancias, la guerra obliga a cambiar de derroteros, compartiendo en sus inicios bastantes aspectos de su finalmente idealizado Hernández, como el aspecto autodidacta de los dos o la entrega a los amigos de ambos.