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Coetáneos de Miguel Hernández

Francisco Giner de los Ríos

 



Nació en Madrid en 1915, aunque por distintos motivos se sentía más próximo a la ciudad malagueña de Nerja; allí pasó algunos momentos de su vida muy importantes y permanecerá en su recuerdo incluso en el exilio mexicano. Como se consideraba nerjeño, evocará este lugar de adopción en un gran número de obras.

Se debe destacar la figura de su esposa, María Luisa Díez-Canedo, que fue su más fiel amiga y colaboradora. Ella formaba parte de una familia importante de aquella época, ya que su padre, Enrique Díez-Canedo, alcanzó cargos importantes a nivel político (diplomático y embajador de España en Montevideo) y tuvo inquietudes literarias tales que se dedicó a la crítica literaria y fue autor de una célebre “Antología de poesía francesa”.

Se puede deducir que uno de los vínculos que lo aproximaban con cariño a Nerja fue su mujer, que residía allí.

A esta ciudad y, en concreto, a la casa de Francisco Giner asistieron personajes de bastante relevancia relacionados con la cultura, como, por ejemplo, Federico García Lorca. El poeta de la generación del 27 veraneaba junto a su familia en la casa de los Ríos. A esto, habría que sumar otro elemento de conexión entre ambas familias, que fue el matrimonio entre un hermano de Federico, llamado Francisco, y la prima de Giner, Laura de los Ríos, hija de Fernando de los Ríos y Urrutia (ministro de Justicia y de Instrucción Pública y Bellas Artes de 1931 a 1933 durante la República y diputado del PSOE por la provincia de Granada). Ella se dedicó al teatro y fue actriz en “La Barraca”.

En 1931 se fundaron las “Misiones Pedagógicas”, que era un proyecto educativo creado en el seno del Museo Pedagógico Nacional e inspirado en la filosofía de la Institución Libre de Enseñanza. Era un intento de fomentar y acercar la cultura a las zonas rurales. Giner de los Ríos colaboró con este organismo y allí conoció a personajes como María Zambrano, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Ramón Gaya, entre otros.

En la década de los 20, época de ebullición tanto cultural como social, una manera de canalizar esos conocimientos e inquietudes fue la creación de un gran número de revistas.

Dos miembros de la generación del 27, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados, decidieron crear una revista llamada “Litoral” en 1926. Este proyecto contó con la participación de diversos escritores y dibujantes de gran notoriedad. Dicho conjunto de artistas manifestaban en las páginas de “Litoral” sus ideas estéticas y tenían presente las corrientes más innovadoras del momento. Los colaboradores más destacables son García Lorca, José Bergamín, Jorge Guillén, Gerardo Diego, entre otros.

Cuando se acerca la década de los 30, el grupo se disuelve poco a poco, ya sea por motivos sociales ya sea por motivos personales. Una vez que empezó la guerra civil en el año 36, algunos miembros de “Litoral” decidieron exiliarse; otros murieron en el conflicto bélico, como José Mª Hinojosa o García Lorca.

Un número considerable de estos exiliados republicanos llegaron a México y se puede afirmar que la cultura de este país se vio enriquecida con su presencia. Entre ellos cabe mencionar a Giner de los Ríos Morales. Junto a otros españoles, trabajó en diversas instituciones, tales como el Colegio de México o el Fondo de Cultura Económica. Éste se creó con un propósito inicial: procurar los textos más importantes de ese campo, que todavía no estaban traducidos a nuestra lengua, a los estudiantes universitarios de la Escuela Nacional de Economía. Al llegar los intelectuales españoles a partir de 1939, el Fondo no se quiso limitar a ese conocimiento concreto y fue ampliando el objeto temático de sus obras. Así, paso a paso, fue capaz de ser la editorial más destacada de español en estas dos ramas: humanidades y ciencias sociales. Se debe reconocer la gran labor de algunos de estos exiliados. Uno de sus mayores cometidos fue la publicación de obras originales y traducciones de ciencia política, sociología, historia, filosofía, lingüística, literatura, psicología y, además, promovieron colecciones de gran valía que aún perduran en nuestros días, como Biblioteca Americana, Breviarios y Tierra Firme. Uno de los exiliados que más contribuyó a esta tarea fue Francisco Giner de los Ríos. Éste es un ejemplo de las aportaciones de Giner y del resto de exiliados al desarrollo del arte, la educación, etc., de México.


Este hecho ha sido objeto de algunas publicaciones, como “El exilio español en México. 1939-1982”,Imagen de "El exilio español en México"  de la Editorial Salvat, un libro que trata sobre la contribución de los exiliados españoles al avance de determinadas ramas del saber.

Ya en 1944 Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, José Moreno Villa y Juan Rejano, exiliados en México, tomaron la decisión de retomar la andadura de “Litoral”. Es este momento del recorrido de dicha revista en el que aparece Giner de los Ríos, al formar parte de su plantilla.

Este grupo de escritores tan sólo llegó a publicar tres números en esta etapa (que sería la tercera de “Litoral”). Aun así, consiguieron plasmar en esas páginas sus sentimientos y sus ideales rotos por la guerra civil. Una de estas tres publicaciones estuvo dedicada al mencionado crítico Enrique Díez-Canedo (suegro de Giner de los Ríos).

En este número de “Litoral” se hacen hueco algunos autores españoles del destierro, entre ellos destacan Juan Ramón Jiménez, Max Aub y León Felipe. Esta revista será un símbolo de ese grupo generacional, que se distanció a causa del conflicto bélico.

“Litoral” volverá a aparecer otra vez, pero, en esta ocasión, en Málaga, el lugar donde surgió. Esta cuarta etapa de la publicación tendrá como director a José María Amado, que pretende respetar el espíritu liberal de su comienzo. Aun a pesar de que Giner de los Ríos estuviera en México, también contaron con él.

Francisco Giner de los Ríos definió el estado del exiliado como «la divisa de todos nosotros, la cifra de nuestro ser desterrado», que aparece en el libro, “El exilio republicano en México. Las revistas literarias (1939-1971)” de F. Caudet.

Respecto a esta publicación cabe mencionar que durante los últimos años de la década de los 70 y la década de los 80 dedicaron unos números especiales a la vanguardia española y a algunos autores importantes de ese periodo, entre ellos a Francisco Giner de los Ríos en un número de 1987, también a Miguel Hernández, en 1978.

Este escritor nerjeño colaboró durante su estancia en México en diversas revistas, aparte de “Litoral”. Entre éstas podemos destacar “Cuadernos Americanos”,Imagen de "Cuadernos Americanos" de carácter bimestral y que fue fundada por españoles y mexicanos. También cabe mencionar una revista española en la que colaboró: “Philosophica Malacitana”,  donde destaca un especial dedicado a María Zambrano en 1991.

Nuestro autor cuando regresó a España, volvió a Nerja, ciudad en la que murió en 1995.

Como homenaje a los autores malagueños de la generación del 27, se inauguró en Málaga un Centro Cultural con el nombre de este grupo literario. Su objetivo es proporcionar información sobre la obra y la vida de estos escritores a cualquier estudioso. No se limita tan sólo a esta generación, sino que también se integran en él autores coetáneos. La biblioteca de dicho centro cuenta con todo tipo de archivos y se han de destacar las colecciones personales de Leopoldo Panero, José Luis Cano y, sobre todo, la de Francisco Giner de los Ríos, que está compuesta por 8000 volúmenes y otros 2000 documentos. Su colección consta de diversos temas: autores del 27 y del 36, literatura hispanoamericana, autores del 98 y literatura femenina.
RELACIÓN CON MIGUEL HERNÁNDEZ

Giner de los Ríos conoció a Miguel en el bullicioso ambiente madrileño de la década de los 20 y 30, y el escritor nerjeño quedó gratamente impresionado al tratarlo, como se aprecia en el poema que se reproduce seguidamente.

Más tarde, cuando llegó a México, contribuyó a difundir la figura y la obra del poeta oriolano junto con los el resto de los exiliados españoles.

Podemos apreciar diversos escritos de Giner dedicados a Miguel. Uno de los vínculos entre Giner de los Ríos y Miguel Hernández nos remite a la revista mexicana “Cuadernos Americanos”, en concreto al número 6, de noviembre-diciembre de 1942. Esta publicación decidió abrir sus páginas con la noticia del fallecimiento de Miguel en una sección que tituló “MH”.

Antes de que encarcelaran a Miguel sólo llegaban rumores a los oídos de Giner y a la comunidad de exiliados. En 1942 tuvo lugar la triste noticia: murió el poeta oriolano. Junto a “Cuadernos Americanos”, la revista “Letras de México” Imagen de la revista "Letras de México" le rindió un sentido homenaje.

A continuación, presentamos el poema que fue compuesto por Giner en su nombre cuando supieron que falleció:

“Miguel Hernández...

Por Francisco Giner de los Ríos

A estos cielos que escuchan hoy tu nombre
entre la angustia de mis labios lento,
a estos campos que tú hubieras alzado
hasta el milagro de tu voz abierta
para amarlos, cantarlos y entregarlos,
a esta tarde redonda de hermosura,
quiero, Miguel, venir con tu memoria.
Aquí te siento bien; tengo tu pulso
y guardo con la luz tus ojos tristes.
Olvido, con tu nombre y tu presencia
clavados dulcemente en el recuerdo,
tu tremendo dolor y tu agonía
para encontrarte fresco sobre el agua,
limpio sobre el silencio de los campos
y en la luz y el poema compañero.

Te llevo por el campo, dolorido
mi pecho de tu ausencia y tu llamada,
y no puedo pensarte terminado,
tus limpios ojos quietos para siempre.
Tierno y duro pastor del otro día
soñando por las huertas de Orihuela
una luz incesante y manadora
que te anegaba el corazón insigne;
alegrando el color del Manzanares
con tu blanca camisa, tus abarcas
y un ardor contenido de Levante;
cantando entre los tiros del Jarama
la canción española de la guerra.

No has muerto, que te han muerto entre unos muros
asesinando el vuelo de tus pájaros,
la voz de tu garganta amordazando.
Derribada hermosura sin remedio,
irremediable muerte a la palabra
tan lejos de mi sangre y de mi aliento.

Aguárdame, Miguel, en nuestra tierra,
en la quietud forzosa de tus labios,
en la clara verdad de tu silencio
que hace temblar tu cielo con promesas
de una canción bajando hasta los hombres.
¡Qué su turbia conciencia se deshaga
con tu sangre indeleble, con tu rayo!
Y de albas y de auroras nos incendie
la pasión de tu carne ya cumplida.

Como te alza hoy mi pecho a la ternura
y a la honda memoria que te guardo,
quiero la tierra nuestra, que sembraste
con la dulce semilla de tu nombre,
cumplir con la mañana su jornada
y subirte algún día hasta su gloria.
Miguel de hierba, fuego y alma sólo,
hermano muerto en esta viva muerte:
tú empujas con tu sangre y con tu ejemplo
el limpio amanecer de la esperanza.


Teotihuacan y México, 18 de octubre”

El tema de Miguel no se limitó a ese apartado en “Cuadernos Americanos”, sino que Giner de los Ríos participó en un “Homenaje a Miguel Hernández”, un monográfico elaborado por María de Gracia Ifach y Manuel García García publicado en la “Revista de Occidente” en 1974.
BIBLIOGRAFÍA

 - Libros escritos por Francisco Giner de los Ríos:
     * “La rama viva y otros poemas. 1932-1938”.
     * “Historia y novela del Ecuador”.

- Libros escritos en colaboración con otros autores:
     * “Poesía española (del siglo XIII al XX)”, Francisco Giner de los Ríos, Enrique González Martínez y Joaquín Díez-Canedo.
     * “Las cien mejores poesías españolas del destierro”, Francisco Giner de los Ríos y Joaquín Díez-Canedo.
     * “Poemas y declaraciones”, Picasso, Antonio Jiménez Millán y Francisco Giner de los Ríos. 1990.
     * “Poéticas y poemas”, Ángel Caffarena, José Luis Cano, Francisco Giner de los Ríos.
     * “Olvidos de Granada”, Juan Ramón Jiménez y notas preliminares de Francisco Giner de los Ríos.