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Coetáneos de Miguel Hernández

Elena Garro

 

Hija de padre español y madre mexicana, Elena Garro nació en el Estado de Puebla el 11 de diciembre de 1920. Pasó su infancia en Ciudad de México. Durante la Guerra Cristera, su familia se trasladó a Iguala, en el estado de Guerrero. Siendo joven, viajó a Ciudad de México para estudiar literatura, coreografía y teatro en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una etapa que, sin duda alguna, marcó toda su vida, y es que en la universidad fue en donde conoció a Octavio Paz, quien fuera su único esposo y padre de su hija Elena. La relación con Paz fue muy intensa y sonada entre la gente que pertenecía al ámbito intelectual en México. Fue justamente con el impulso de Octavio Paz que Elena Garro empezó a escribir, y fue junto a Paz que escribió su obra cumbre, la más recordada y adorada por todos sus críticos: “Recuerdos del Porvenir” (1963).
Ella describió su boda así:

“Por su parte, Paz me exigía: “Debes aprender a decir no”. Tenía mucha razón y si lo hubiese aprendido a tiempo no hubiera dicho sí aquella mañana de 1937 en la que yo debía examinarme de latín y en la que se atravesaron entre el examen y yo, Paz y sus amigos, tiraron mis libros bajo la escalera de una oficina sucia y me ordenaron que cuando escuchara la fecha de mi nacimiento no hiciera objeción”.

Narradora mexicana, fue además guionista, coreógrafa y periodista. Durante esta época también se dedico a viajar por todo el mundo con su esposo, visitando Japón, Estados Unidos, Francia y Canadá entre otros. En 1937, recién casada con Octavio Paz, viajó con él a España para asistir al II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, celebrado en Valencia del 4 al 10 de julio de ese año.

En 1938 regresaron a México y desde entonces Elena trabajó como periodista, y en guiones cinematográficos para las películas “Sólo de noche vienes” y “Las señoritas Vivanco”. Reunió sus primeras obras teatrales en un hogar sólido en (1958), donde alternó varias realidades. Su novela “Los recuerdos del porvenir” (1963, Premio Xavier Villaurrutia) se teje en torno a un episodio de la Guerra Cistera (1926-1929), rompiendo con violencia la continuidad del realismo mexicano y manejando el tema del poder desde un ángulo político y fantástico a la vez.

En 1945 colaboró en Nueva York con el Comité Judío-Americano, mientras que en Europa formó estrechos lazos de amistad con Breton, Peret, Picabia, Borges, Bioy Casares y César Vallejo. Entre 1951 y 1954 vivió en Japón junto con su familia y a su regreso a México en 1956 escribió la obra teatral de tres actos “Felipe Ángeles”, que corrigió en París en 1961y así publicó. Pero fue en 1957 cuando se dio a conocer como dramaturga con tres piezas: “Andarse por las ramas”, “Los pilares de doña Blanca” y “Un hogar sólido”.

En los cuentos de “La semana de colores” (1964) indagó sobre la infancia; destaca el relato "La culpa es de los tlaxcaltecas", en el cual el tiempo presente y el pasado (la conquista) se amalgaman y crean una atmósfera insólita. Su novela “Andamos huyendo Lola” (1980) intensifica el clima de persecución, en el que se aparece, de manera obsesiva y biográfica, la figura de su hija Elena Paz. Su obra “Felipe Ángeles” (teatro, 1979) dramatiza con una conciencia política ejemplar un episodio de la Revolución Mexicana poco analizado. En “Y Matarazo no llamó “(1991) escenifica una lucha sindical. En 1996 publicó la novela “Un corazón en un bote de basura”.

En la década de los 70 se tuvo que ir de México, pues los gobiernos de Díaz Ordaz y de Luís Echeverría aseguraban que Garro tuvo mucho que ver en el Movimiento Estudiantil del 68 .

Atrapada en las redes del espionaje doméstico, la escritora Elena Garro se convirtió en informante del Gobierno represor mexicano de Gustavo Díaz Ordaz, que acabó a sangre y fuego con el movimiento estudiantil de 1968. Algunas versiones afirman que la autora abandonó el país tras la matanza de Tlatelolco perpetrada por el Gobierno, en la que murieron cientos de estudiantes. Garro escapó del régimen al que había servido. Su carrera de aprendiz de espía en algún momento la habría colocado ante Lee Harvey Oswald, el asesino del presidente de EE UU John F. Kennedy.

La historia negra sobre las labores de Garro como informante ya había sido mencionada en otras ocasiones, pero esta vez las dudas han sido disipadas después de que el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) decidiera abrir un expediente del tema que se conserva en el Archivo General de la Nación.

El lado oscuro de Elena Garro se documenta en parte de las 21 hojas y cinco fichas correspondientes al archivo de Octavio Paz.
El Premio Nobel de Literatura era en 1968, cuando ya estaban divorciados, embajador de México en India, y renunció a ese cargo como acto de protesta contra la represión gubernamental sufrida por los estudiantes que exigían la libertad de presos políticos y una apertura democrática en el México autoritario gobernado por el Partido Revolucionario Institucional.

La decisión del IFAI deja entrever las actividades ocultas de la intelectual. El informe inicial sobre este episodio de espionaje señala que de los documentos "se desprende que Elena Garro era informante del Gobierno Federal, a la vez que el Gobierno Federal contaba con otros informantes que reportaban la actividad de los informantes, Elena Garro entre ellos”.

Según el periódico “Excélsior”, existe además un comunicado interno de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EE UU en el que se detalla una larga conversación de Garro con el hombre que más tarde sería señalado como asesino de John Kennedy. El texto de la agencia estadounidense tiene fecha del 10 de diciembre de 1965.

Hay quienes sostienen que la escritora acusó a intelectuales como Luis Villoro, Emmanuel Carballo, Leopoldo Zea, Rosario Castellanos, José Luis Cuevas, Carlos Monsiváis, Eduardo Lizalde, Víctor Flores Olea, Leonora Carrington y al mismo Octavio Paz de ser los organizadores del movimiento estudiantil.

Algunos estuvieron en esa revuelta. Unos días después de que el Gobierno acabara con la rebelión estudiantil en la sangrienta noche de Tlatelolco, ella escribió en un diario local: "Yo culpo a los intelectuales de cuanto ha ocurrido. Esos intelectuales de extrema izquierda que lanzaron a los jóvenes estudiantes a una loca aventura, que ha costado vidas y provocado dolor en muchos hogares mexicanos. Ahora, como cobardes, esos intelectuales se esconden... Son los catedráticos e intelectuales izquierdistas los que los embarcaron en la peligrosa empresa y luego los traicionaron. Que den la cara ahora. No se atreven. Son unos cobardes...".
A su regreso del exilio de Francia, se instaló en Cuernavaca, en donde vivían humildemente en un pequeño apartamento que le prestaba uno de sus hermanos, Elena Garro junto con su hija y multitud de gatos veía pasar el tiempo y esperaba el final de su vida que provocaría el cáncer en los pulmones que padecía.

En sus últimos años Elena Garro ya no leía ni escribía, decía “que metida en su casa, qué estímulo podría tener”. En una de sus últimas entrevistas aclamaba que el reconocimiento a su trayectoria literaria llegara cuando aún viviera, cuando aún respirara. El sábado 23 de agosto de 1998 murió en México a la edad de 77 años.
La obra de Elena Garro es muy prolífica:

Teatro
Felipe Ángeles”; “Un hogar sólido”; “Los pilares de doña Blanca”; “El rey Mago”; “Andarse por las ramas”; “Ventura Allende”; “El encanto”,”Tendajón mixto”; “Los perros”; “El árbol”; “La dama boba”; “El rastro”; “Benito Fernández”; “La mudanza”; “Parada San Ángel”; “La señora en su balcón”.

Novela
Los recuerdos del porvenir” (1963); “Testimonios sobre Mariana” (1981); “Reencuentro de personajes” (1982); “La casa junto al río” (1983); “Y Matarazo no llamó”; (1991); “Inés” (1995); “Busca mi escuela y primer amor” (1996); “Un traje rojo para un duelo” (1996); “Un corazón en un bote de basura” (1996).

Cuento
La culpa es de los tlaxcaltecas” (originalmente La semana de colores) (1964); “Andamos huyendo Lola” (1980); “El accidente y otros cuentos inéditos” (1997)

Testimonio
Memorias de España 1937” (1992)

Reportaje
Revolucionarios mexicanos

Obra póstuma
Mi hermanita Magdalena” (1998)

Relación con Miguel Hernández

Elena Garro publicó un libro en 1992 titulado “Memorias. España 1937” a través del cual podemos conocer con mayor profundidad la relación que mantuvieron la escritora mexicana y el poeta oriolano. De Miguel Hernández dice Garro que lo conoció en Valencia:

“El Congreso se marchó a París y nosotros volvimos a Valencia donde encontramos a Miguel Hernández, a quien quise mucho. Se insistía mucho en que lo había educado un cura, de ahí su perfecto latín y su retórica.

No olvidaré jamás el corte de su cabello castaño, a cepillo, con un pequeño copete al frente, como peinaban a los niños, ni su voz de bajo profundo.

Tampoco olvidaré cómo partía los melones con una navaja resortera que sacaba del bolsillo de su pantalón de pana. Tampoco olvidaré las fotos de Josefina, su mujer, que me mostró con orgullo: estaba recién casado.

Lo volví a ver en invierno en París cuando estaba allí con León Felipe y Bertuca, dedicados a jugar al futbolito en los cafés del Barrio Latino. Miguel volvía de la URSS y su rostro se había vuelto solemne, como si la experiencia soviética lo hubiera marcado.

Miguel volvió a España. Pronto la debacle se apoderó del país y Miguel quedó cortado en Valencia.

La noticia de su muerte me llegó por boca de Antonio Sánchez Barbudo y de Lorenzo Varela”.