Coetáneos de Miguel Hernández

Miguel Fernández

Biografía

Miguel Fernández nació en Melilla el 13 de mayo de 1931. Contaba cinco años cuando estalló la guerra civil española, acontecimiento que impactaría en su infancia, así como la muerte de su padre cuando sólo tenía diez años. La poesía fue un fenómeno innato en él, a los trece años ya había leído a Rubén Darío y sus relaciones con los versos no fueron más que aquéllas que le proporcionaron las lecturas que él mismo se procuró.

Desde muy joven colabora en revistas literarias de España y de América, así como en prensa y radio con crónicas sobre literatura y arte. Estudió bachillerato en su ciudad natal y más adelante oposita a la Banca, ingresando en una entidad financiera.
A los dieciséis años toma contacto con un grupo de poetas del que ya va a formar parte en adelante, sería el llamado "Grupo de Melilla" de los años cincuenta. Miguel es el más joven. Forman el grupo: López Gorgé, Gómez Nisa, Francisco Salgueiro, Eladio Sos y Juan Guerrero Zamora. Este último ya había marchado a Madrid cuando Miguel se incorpora.

Pertenece por su generación a los llamados "niños de la guerra", que comenzaron a publicar entre 1955 y 1960. Actualmente se le sitúa en los llamados "Poetas del 60", de los que forman parte: Joaquín Benito de Lucas, Manuel Ruiz Ríos, Ángel García López, Jesús Hilario Tundidor, Rafael Soto Vergés, Diego Jesús Jiménez y Antonio Hernández.

Sus primeros poemas fueron publicados por la revista “Manantial”, de la cual fue director, y en la que se incluyeron poemas suyos tales como "Vigilia", incluido en el número 5 de la citada revista, y "Eternidad", incluida en el número 6 .
A los veintiún años  fue creador de la revista "Alcándara", que llegaría a asombrar a Vicente Aleixandre por "su volumen físico y moral", en la que también publico algunos poemas, aunque solo cuenta con dos números. Ambas revistas están producidas en Melilla.

Se relaciona con poetas peninsulares y con los pertenecientes a la corriente hispano-árabe canalizada en parte por la revista "Al-Motamid" de Trina Mercader, en Larache y Tetuán. Fernández falleció en Melilla el 5 de marzo de 1993.

    Miguel Fernández recibió las siguientes distinciones:
    * Hijo Predilecto e Hijo Preclaro y Medalla de la Ciudad Autónoma de Melilla.
    * Académico de la Academie Européenne des Sciencies des Arts et des Lettres, con sede en París.
    * Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo.
    * Miembro de la Twentieth Century Spanish Association of America.
    * Miembro de la Association Internationale des Critiques Litteraires, dependiente de la unesco.
    * Comendador de la Orden de África.
    * El Ayuntamiento de Melilla le dedicó una calle en la barriada de los poetas (1985).
    * La Ciudad Autónoma de Melilla le erigió un monumento en el parque "Hernández", obra del    escultor melillense Mustafá Arruf (1994).
    * En la Universidad de Buenos Aires (Argentina) se organizaron cursos para el conocimiento de la vida y obra del poeta melillense.
    * Sus poemas han sido traducidos al francés, inglés, portugués, árabe, danés, griego, e italiano.
    * Se han hecho tesis doctorales sobre su obra.
    * La Consejería de Educación, Cultura, Juventud y Deporte de Melilla creó la Beca de Investigación "Miguel Fernández" (1995).
    * Su obra ha sido estudiada y referenciada en numerosos textos.
    * Ha sido incluido en más de veinte antologías.


    Miguel Fernández obtuvo los siguientes premios:
    * "Verbo" (1948).
    * "Fray Junípero Serra", "Marruecos" de prosa y poesía (1955).
    * "Nueva York", "Adonais" (1966).
    * "Álamo" (1976).
    * "Nacional de Literatura" (1977).
    * Beca a la Creación Literaria del Ministerio de Cultura (1981).
    * Internacional de Poesía "Ciudad de Melilla" (1982).
    * Internacional "Tiflos"de la ONCE (1989).
    * "San Juan de la Cruz" (1991).

 

Los premios fueron obtenidos con las siguientes obras:

“Credo de Libertad”. La 1ª edición fue publicada en 1958 y la 2ª edición fue publicada en 1979. Es uno de los libros más definitorios de aquella época, que hoy en día aún conserva su poderosa novedad y aquella gravedad lujosa y sugeridora. Con esta obra, Miguel Fernández ofrecía no sólo otro estilo que conectaba mejor con la nueva sensibilidad, sino otro mundo temático en el que se apreciaba la lucha contra el sistema, el rechazo de la mentira y el ansia de libertad
“Sagrada Materia”. Obra que a partir de la evocación de la infancia real incidía en el territorio de la denuncia y el exorcismo de un conflicto bélico vivido como incomprensible. Muertes, represiones, disparos, sombras de tortura, recuerdos oscuros de la guerra contractaban en la parte primera con la inocencia y la simplicidad del mundo de la infancia. Con esta obra consiguió el Premio “Adonais” en 1966.
“Juicio Final”. En este volumen ahondan en esos dos ejes contrapuestos y aporta, además, un curioso juego trastocador de espacios y de tiempos que desemboca en una nueva dicción culturalista en donde se funden clasicidad grecolatina, edad media, romanticismo y mundo actual para volver tras dicho recorrido a la desesperanza. Este libro fue publicado en 1969.
“Monodia”. Es un libro en el que el autor se propone experiencias límite con su discurso, y contrasta ostensiblemente en su diversidad y en su decantación lingüística, con la celebración anterior y la confidencialidad de los temas. Es un libro moderno que funda una nueva retorica de la ironía y del juego en una suerte de ultraísmo verbal. Este libro fue publicado en 1974.
“Atentado celeste”. Una de sus obras más ponderadas. En ella, la meditación transforma la realidad, la reinventa, la eterniza. El punto de partida del autor es aquél en el que se siente en posesión definitiva de un lenguaje propio caracterizado por el insistente uso del infinitivo latino, de las formas gerundivas, de las construcciones condicionales, de la suplantación del sujeto directo y del pronombre personal por expresiones perifrásticas de carácter atributivo, junto a la decidida elipsis del artículo. Este libro se publicó en 1975.
“Eros Anteros”. Culminará esa tríada segunda en medio de cierta polémica servida por el propio autor, que anteponía a sus cincuenta y cinco sonetos una nota en la que hablaba de su entrega en términos de divertimento estival, de “camino vecinal” de su poesía y de   “informalidad” por su parte. Dos premios importantes respaldaron el libro “Premio Álamo” en 1976 y “Premio Nacional de Literatura” en 1977. Este libro afronta prioritariamente el tema del amor, desde la órbita conyugal, como eje primordial en torno al cual giran otros motivos secundarios que van desde la reflexión metapoética hasta la exaltación vitalista o la sombra que proyectan la duda y el dolor.
"Entretierras”. Tras seis importantes títulos en su haber, dueño el poeta de una madurez más que probada e inmerso en un proceso creador en el que suceden sus obras, casi un libro por año, acontece el fallecimiento de su madre. El impacto emotivo que este hecho le produce es tal que necesita volcar tanto sus sentimientos como su reflexión dramática en este libro para objetivarlos, meditación en torno a la muerte que ahora se canaliza a través de esas nuevas formas depuradas y experimentadas ya con anterioridad. Este libro fue publicado en 1977.
 

“Del jazz y otros asedios”. Nace de la experiencia de un viaje de Miguel Fernández a Dinamarca. Música, color, discurso político, sexo y rebeldía en el Wognpoerten Jazz, un local juvenil al que asiste el poeta una noche, dan pie para que se sucedan las composiciones de esta suite, en las que se enfrentan en dramático contraste su atavismo ritual norteafricano con esta otra explosión vitalista y revolucionaria norte europea. Este libro fue publicado en 1978.

 

“Las flores de Paracelso”. Constituye, al par que un tratado de magia encubierto, un homenaje a la Botánica oculta del médico y alquimista suizo, de la que parte como primer referente. El trasfondo iniciático reaparecerá más adelante en otros títulos, y es aquí donde asoma de forma natural por primera vez la sincera curiosidad del autor por esta discutida tradición mágica del conocimiento. Este libro fue publicado en 1979.

“Tablas Lunares”. Libro de cierre de su poesía reunida, alude a una realidad de valores que van marchitándose, contra la que el poeta “propaga sus signos”, aun a sabiendas de que no germinaran algunas semillas que en ellos planta para la relevación de compatriotas o compañeros de su viaje. Su nombre encubre mágicamente esa adversa realidad. Se trata, en definitiva, de un libro mayor que ha pasado algo desapercibido al incluirse como inédito en su recopilación hasta 1980. Sin embargo, continúa la línea esotérica de “Entretierras” y “Las flores de Paracelso”, ahondando en variaciones temáticas antiguas.

“Discurso sobre el páramo”. Con el subtítulo de “(Suite de la Florida)”, se convierte en un homenaje a Goya y a su época, que el autor tomó como referentes primordiales para derivar luego en una ampliación de sus dos temas habituales. Si bien es un texto conectado a sus últimas entregas, abre, no obstante,o un paréntesis de silencio, roto sólo por la aparición de la poesía reunida. Esta obra fue publicada en 1982 y premiada con el Premio Internacional “Ciudad de Melilla”.
“Secreto secretísimo”. Texto principal de los recientemente editados, insiste en el poema breve con tendencia a la condensación de ideas y a la elipsis de los elementos por pura decantación esencializadora.  El libro se refiere a experiencias vitales del poeta. También hay confidencias que vienen desde la propia biografía y temores antiguos: la mudez, la ceguera, la enfermedad, el tránsito… Se trata de un libro donde el poeta confiesa a voces esos secretos que el pudor de vivir pospuso antes y ahora, transmutados en versos, afloran envueltos en la sensorialidad de su mejor decir. Este libro fue publicado en 1989 y fue premiado con el Premio Internacional “Tiflos”.
“Fuegos de la memoria”. Es una hermosa antología que acoge una recopilación de temática árabe. Es un libro primordial porque nos descubre parte de ese material inédito de los primeros años o de otras etapas intermedias y porque subrayan en términos de manifiesto la singularidad de su experiencia de lo árabe, que tanto ha condicionado su obra. La mayoría de los textos que se incluyen son inéditos y revelan la visión pasional de una cultura con la que ha convivido el poeta y que ha sabido interpreta y transmitirnos de la frontera. Este libro fue publicado en 1991.
“Laocoonte”. Consiste en un poema único que partiendo nuevamente de la pintura, en este caso de un cuadro de Francisco Hernández, perfila la postura ético-estética del autor. El símbolo de la serpiente reencarna las atávicas maldiciones, desde una concepción idealizada que quisiera apartar para siempre, el dolor y la incertidumbre. Recado hermético y mensaje encubierto como ha venido siendo hasta aquí la mayor parte de su producción. Una trayectoria que no se ha modificado en lo esencial sino que se ha mantenido, ganando en riqueza y variantes. Este libro fue publicado en 1991.

Relación con Miguel Hernández

Tanto en la revista “Alcándara” como en la revista “Manantial”, se publicaros varios poemas relacionados con Miguel Hernández, tales como:

“Elegía por Miguel Hernández”, escrita por Pío Gómez Nisa, en el que describe los efectos de la muerte del poeta, y el sentimiento que produjo su muerte, tanto a él como a la gente que lo conoció. Este poema esta publicado en la revista “Manantial” en su número 6.

Dos poemas inéditos de Miguel fueron incluidos en la revista “Alcándara”. Los títulos de estos poemas son: “PENA-BIENHALLADA”  y “TODO ERA AZUL”, en reconocimiento al poeta.

Miguel Fernández, dedicó un homenaje a Miguel Hernández, también reseñando el libro de Miguel Hernández, “Seis poemas inéditos y nueve mas”. Editado en Alicante por Vicente Ramos y Manuel Molina.

Miguel Fernández compartió opiniones y suscripciones de honor en la revista “Alcándara”, de la que era director, con Jacinto López Gorgé y pío Gómez Nisa, escritores también de Melilla y directores de la revista “Manantial”, que después solicitaron su colaboración para dicha revista.