Coetáneos de Miguel Hernández

Guillermo de Torre

 

BIOGRAFÍA

Guillermo de Torre nació en Madrid en 1900 y murió en Buenos Aires el 14 de enero de 1971. Se licenció en Derecho, pero no pudo iniciar la carrera diplomática a causa de su sordera, por lo que volcó su vocación de exteriores en la literatura vanguardista internacional. Fue ensayista, poeta y crítico literario y de arte español perteneciente a la Generación del 27.

En 1918 conoció a Vicente Huidobro en el Café Pombo, ubicado cerca de la Puerta del Sol, donde el escritor Ramón Gómez de la Serna decidió abrir su tertulia literaria de los sábados por la noche. La tertulia se denominaba "La Sagrada Criptadel Pombo" y se reunían allí algunos de los intelectuales (jóvenes promesas) de la época.

Guillermo de Torre inició muy joven su carrera de escritor. En el año 1919 surgió en España el ultraísmo. El 19 de febrero de ese año pudo leerse en algunos periódicos madrileños el “Ultra”: manifiesto a la juventud literaria. Lo firmaban Xavier Bóveda, Cesar A. Comet, Guillermo de Torre, Fernando Iglesias Caballero, Pedro Garfias, Juan Rivas Panedas y José de Aroca. Y decía así:

“Los que suscriben, jóvenes que empiezan a realizar su obra que por eso creen tener un valor pleno, de afirmación futura […] Proclaman la necesidad de un Ultraísmo para el que invocan la colaboración de toda la juventud literaria española […] Nuestra literatura debe renovarse; debe lograr su ultra y en nuestro credo cabran todas las tendencias, sin distinción, con tal que expresen un anhelo nuevo”.

En 1920 fue uno de los firmantes del “poema automático colectivo” enviado por Borges a Tristán Tzara. Ese mismo año lanzó la revista Internacional de arte, literatura y crítica, de signo ultraísta, “Reflector”, con José Ciria y Escalante, de la que salió un único número. Colaboraron en esta revista además de sus directores: Jorge Luis Borges, Gerardo Diego, Ramón Gómez de la serna, Juan Ramón Jiménez, Rivas Panedas, Adolfo Salazar, Adriano del Valle, Isaac del Vando Villar, Francisco Vighi, y los franceses Éluard y Soupault como presencias gráficas. Además de las reproducciones de los artistas mencionados, Barradas (que también diseñó su sobria cubierta) y Norah Borges. Fue incluido en la escasa lista selectiva de  los “presidents Dadá” por Tzara y de esta época son también sus publicaciones “Manifiesto vertical” (1920), aparecido como suplemento del último número de “Grecia”, con ilustraciones de Barradas (entre ellas un retrato) y Norah Borges; el poemario “Hélices” (Madrid, Mundo Latino, 1923), con cubierta de Barradas, retrato por Vázquez Díaz e ilustraciones de Norah Borges.

Colaboró también en las revistas ultraístas, la sevillana “Grecia” (1919-1920), “Cervantes” (1919-1920), “Ultra” (1921-1922), “Tableros” (1922), “Horizontes” y “Cosmópolis”. Figura como miembro de la redacción en la antología de “Yvan Goll “Les Cinq Continents” (1922), y en la revista internacional “Manomètre” (1925).

En 1924 realizó traducciones del gran poeta francés Paul Verlaine y de “El cubilete de dados”, de Max Jacob. Estuvieron anunciados, sin llegar a salir, una “antología de la poesía francesa de vanguardia”, y una monografía titulada “Destrucción y construcción: el arte de Delaunay”.

En 1925 reunió algunos de sus artículos publicados en “Cosmópolis” y les dio forma de libro bajo el título “Literaturas europeas de vanguardia”, obra que ejerció una enorme influencia en España y América: "para nosotros" -dijo Alejo Carpentier- "fue una especie de Biblia", reseñada por Giménez Caballero en “El Sol”, por Jarnés  en “Alfar”, y por Eugenio Montes en “Revista de Occidente”. Esta obra fue corregida y ampliada posteriormente en tres tomos bajo otra denominación, “Historia de las literaturas de vanguardia” (1965), suprimiendo el tono elogioso que caracterizaba su anterior versión. Se interesa por las relaciones entre poesía e imagen visual y apunta incluso temas de la cibernética en su segundo libro. Repasa las figuras fundamentales de la cultura europea del siglo XX.

 

En ese año (1925), su retrato por Bores estuvo colgado en la Exposición de los Artistas Ibéricos, cuyo manifiesto firmó. Durante los años siguientes vivió la crisis del ultraísmo. El último poema suyo que conocemos es “Balneario”, que apareció en 1926 en las páginas de “El Estudiante”, acercándose a nombres nuevos, entre ellos Cesar Vallejo, al que conoció en París y a Juan Gris, con el que mantuvo durante un tiempo correspondencia.

En 1927 colaboró como secretario en la fundación de la revista de la Generación del 27 dirigida por Ernesto Giménez Caballero, “La Gaceta Literaria”, en cuyas páginas lo retrató Gregorio Prieto. Colaboró también en “Revista de Occidente”. En 1928 se casó con la pintora Norah Borges (que a lo largo de los años precedentes le había hecho varios retratos, el más significativo es un óleo de 1924, en el que aparece sosteniendo en las manos un libro con la inscripción “Picasso”), hermana del escritor Jorge Luis Borges, y marcharon a vivir a Buenos Aires. En la capital argentina colaboró en las páginas de “Gaceta Americana”, a cuya encuesta vanguardista de 1930 contestó; “Examen de conciencia”, “Problemas estéticos de la nueva generación española” (Buenos Aires, Humanidades, 1928) e “Itinerario de la nueva pinturaespañola” (Montevideo, 1931), son textos significativos  de su reflexión durante los años siguientes al ultraísmo.

Entre 1932 y 1936 Guillermo de Torre y Norah Borges residieron en Madrid. Durante ese periodo colaboró en la prensa diaria “ElSol” y en las revistas de cultura “Revista de Occidente”, “La Vie desleertes” y “L’Esprit Nouveau”. También firmó el manifiesto de la SAI: Sociedad de Artistas Ibéricos (1932). El manifiesto estaba firmado por un amplio grupo de escultores, pintores, músicos, poetas, escritores, críticos de arte y un arquitecto, todos ellos comprometidos con la renovación cultural española. Formó parte de la redacción de su revista “Arte” y pronunció con motivo de la inauguración de su exposición berlinesa en 1933 una conferencia titulada “Panorama de la nueva pintura española”; escribió junto con  Roberto J. Pairó una monografía sobre Torres García (1934); coordinó con Pérez Ferrero y Salazar y Chapela “Almanaque Literario 1935”; impulsó la sección madrileña de ADLAN y prologó el catálogo de la muestra de Picasso, organizada por esa entidad. Fue uno de los colaboradores más destacados de “Gaceta de Arte”.

En 1936, poco antes de estallar la Guerra Civil española el matrimonio marchó a París, donde colaboró con la Oficina de Turismo republicana y después se instalaron definitivamente en Buenos Aires, desde donde regresaron en alguna ocasión a España. En Buenos Aires publicó numerosos ensayos sobre literatura, y se convirtió en uno de los pilares de la Editorial Losada.

Fue catedrático de Literatura en la Universidad de Buenos Aires y profesor en varias universidades americanas y se dedicó a la crítica literaria y artística. Allí dirigió la edición de las “Obras completas” de Federico García Lorca y dio cobijo en sus colecciones a Alberti, Cernuda, Bergamín, Faulkner, Kafka, Albert Camus, Moravia, Malraux y tantos otros. Colaboró en gran número de periódicos españoles y americanos dedicados con preferencia a la crítica. Se quedó casi ciego como Borges, su cuñado. Murió en Buenos Aires el 14 de enero de 1971. Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta, Buenos Aires, junto a los de su mujer Norah Borges y los de su suegra, Leonor Suárez Acevedo.
Bibliografía

    * Manifiesto vertical, 1920.
    * Hélices. Madrid, Mundo Latino, 1923 (reedición facsimilar a cargo de José María Barrera López; preliminar de Miguel de Torre Borges, Málaga, Centro Cultural de la Generación del 27, 2000).
    * Literaturas europeas de vanguardia, Madrid, Caro Raggio, 1925.
    * I Examen de conciencia. Problemas estéticos de la nueva generación española, Buenos Aires: Humanidades, 1928.
    * Itinerario de la nueva pintura española (edición no venal), Montevideo, 1931.
    * Torres García, Madrid, Graphia, 1934 (en coedición con Payro).
    * Picasso, Noticias de su vida y de su arte, Madrid, ADLAN, 1936.
    * El fiel de la balanza (1941), ensayo.
    * Menéndez Pelayo y las dos Españas, Buenos Aires, Patronato Hispano-Argentino de Cultura, 1943.
    * La aventura y el orden, Buenos Aires, Losada, 1943.
    * Guillaume Apollinaire, Buenos Aires, Poseidón, 1946.
    * Valoración Literaria del existencialismo, Buenos Aires, Ollantay, 1948.
    * Tríptico del sacrificio, Buenos Aires, Losada, 1948 (incluido antes en “La aventura y el orden”).
    * Problemática de la literatura, Buenos Aires, Losada, 1951.
    * ¿Qué es el superrealismo?, Buenos Aires, Columba, 1955.
    * Las metamorfosis de Proteo, Buenos Aires, Losada, 1956,
    * Claves de la Literatura Hispanoamericana, Madrid, Taurus, 1959.
    * El fiel de la balanza, Madrid, Taurus, 1961.
    * Escalas en la América Hispánica, Buenos Aires, Perrot, 1961.
    * La aventura estética de nuestra edad, Barcelona, Seix Barral, 1962.
    * Tres conceptos de la literatura hispanoamericana, Buenos Aires, Losada, 1963.
    * Minorías y masas en la cultura y el arte contemporáneos, Barcelona, Edhasa, 1963.
    * Historias de las literaturas de vanguardia, Madrid, Guadarrama, 1965.
    * La difícil universalidad española, Madrid, Gredos, 1965.
    * Apollinaire y las teorías del cubismo, Barcelona, Edhasa, 1967.
    * Al pie de las letras, Buenos Aires, Losada, 1967.
    * El espejo y el camino, Madrid, Editorial Prensa Española, 1968.
    * Ultraísmo, existencialismo y objetivismo en literatura, Madrid, Guadarrama, 1968.
    * Del 98 al Barroco, Madrid, Gredos, 1969.
    * Nuevas direcciones de la crítica literaria, Madrid, Alianza, 1970.
    * Doctrina y estética literaria, Madrid, Guadarrama, 1970.
    * Emilia de Zuleta: Guillermo de Torre, Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas, Ministerio  de Educación y Justicia, 1962.
    * Emilia de Zuleta: Guillermo de Torre entre España y América, Mendoza (Argentina), Universidad Nacional de Cuyo, 1993.  

Relación con Miguel Hernández

El libro “Las metamorfosis de Proteo” (1956), recoge escritos de Guillermo de Torre. De su artículo “Vida y poesía de Miguel Hernández”, perteneciente a esta obra publicada en Buenos Aires por la editorial Losada, extraemos el siguiente fragmento, donde el poeta cuenta sus recuerdos de  Miguel Hernández:

“Un buen día de 1934 apareció en nuestras tertulias literarias de Madrid un poeta-pastor […] Miguel Hernández Giner- se llamaba el recién venido- dejaría una huella duradera. Miguel Hernández Giner: así repito, con sus dos apellidos estaban firmadas las primeras poesías que de él habíamos leído en las revistas. No deja de ser significativo que poco después omitiera el segundo […] Vestido con un traje de pana, la cabeza rapada –escribió Adolfo Salazar- que parecía una patata recién arrancada de la tierra, las facciones rústicas y las maneras urbanas, no muy largo de palabras, pero abundantes sonrisas, el muchacho veintiañero pronto conquistó todas las simpatías”.

Así describe Guillermo de Torre cómo conoció al poeta oriolano en las tertulias del café “La granja del Henar” y  la impronta que le produjo su persona.

Finaliza el artículo con las siguientes palabras:

“[…] No pidamos lo imposible, dada la brevedad de su vida; atengámonos al legado cierto de su lírica admirable, escuchando el eco de su voz libre y patética , cuyo sentido último va más allá de todas las desfiguraciones; y sepamos medir la magnitud de su pérdida irreemplazable, pues como el mismo Miguel Hernández escribió ante el sacrificio de Federico García Lorca:

Muere un poeta y la creación se siente
herida y moribunda en sus entrañas”.

Guillermo de Torre participó en la edición del volumen de Miguel Hernández “Obra escogida”, publicada por Aguilar (Madrid, 1952) y en las “Obras completas” (Losada, 1960).

 


Hubo pocos encuentros entre Miguel Hernández y Guillermo de Torre. A  ambos les unió su inclinación política y su afición porla poesía, la literatura y el arte. Aunque provenían de diferentes estratos sociales tuvieron amigos comunes. Si bien es cierto que no hubo una gran amistad entre ellos, queda patente en sus escritos que Guillermo de Torre sintió gran admiración por la obra que dejó  Miguel Hernández a pesar de la brevedad de su vida.