Coetáneos de Miguel Hernández

Valle, Juvencio


SEMBLANZA BIOGRÁFICA

Juvencio Valle (1900-1999), seudónimo literario de Gilberto Concha Riffo, inició sus estudios en la Escuela de Nueva Imperial para continuar, más tarde, en Liceo de Temuco. Se relacionó con grandes escritores como Pablo Neruda, León Felipe, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre o Miguel Hernández.

En 1939 llega a España como corresponsal; es encarcelado en Madrid durante dos meses por sus ideas republicanas. A su regreso a Chile trabaja en la Biblioteca Nacional donde llegó a ser director. Contrajo matrimonio con María Gálvez y tuvo dos hijos.

En 1938 viajó de Santiago a España como corresponsal de guerra, y envió sus impresiones a la revista «Ercilla». Más tarde fue encarcelado por estar al lado del bando republicano.

Recibió en 1966 el Premio Nacional de Literatura. Como poeta tiene sus bases en los clásicos españoles del Renacimiento y Siglo de Oro y más concretamente en Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz, Góngora y Quevedo.

Fue presidente de la Asociación de Escritores de Chile. Falleció en 1999.

 

RECORRIDO POR LAS OBRAS DE VALLE

«La flauta del hombre pan» (1929) fue su primer libro de poesía, publicado en 1929. Juvencio Valle pertenece a la generación del año veinte, caracterizada ésta por su anhelo de renovación social. A esta generación pertenecen también otros autores como Humberto Díaz Casanueva, Rosamel del Valle, Juan Marín, Enrique Délano, Salvador Reyes, Jacobo Danke o Alberto Rojas Jiménez. Todos ellos asumen la estética de la poesía ya existente, superándola para después abandonarla y buscar otros senderos que les permitieran descubrir al hombre en toda su plenitud.

El poeta centra su poesía en lo paradisíaco, lo faunesco y casi mitológico, mientras que el resto de sus coetáneos lo hacían con paisajes urbanos, con el mar o con experiencias místicas. En «La flauta del hombre pan» se va fraguando lo que será su poesía posterior.

«Tratado del bosque» (1932) es su segundo libro de poesías. Lo que en la obra anterior estaba de una forma potencial, aquí lo encontramos ya de una manera plena. Los elementos de la naturaleza se encuentran muy presentes, convirtiéndose el poeta en una especie de hijo del bosque que vive en ese primer paraíso antes de la caída del hombre.

«Libro primero de Margarita» (1937) viene a ser una obra clave para entender esa unión mística entre el hombre y el bosque, es el cuaderno de bitácora del caminante que se adentra en ese mundo desconocido que es la selva.

Después de este libro, la poesía de Juvencio Valle entrará en una zona muy abstracta.

En «Nimbo de piedra» (1941) la característica esencial de este poemario es que en él se puede observar un alejamiento del tema de la selva y un regreso a una reconstrucción de lo perdido.
En «El hijo del guardabosque» (1951) el poeta nos muestra la conducta que ha de observar quien se interne en la selva, lugar temático propuesto en poemarios anteriores.

En general, podríamos destacar de toda su producción literaria, que en su poesía romántica no encontramos esa presencia del tono melancólico propio del movimiento y más concretamente una ausencia de la tristeza. Es como si el poeta quisiera ocultarnos su estado de ánimo. La explicación que el autor da a esto es que el poeta vive fuera de sí mismo.
RELACIÓN CON MIGUEL HERNÁNDEZ

La relación que, a grandes rasgos, relaciona a Juvencio Valle con Miguel Hernández es que, como periodista, con sus escritos, denuncia las injusticias cometidas por el régimen franquista.

Miguel Hernández acude, junto a Juvencio Valle y Antonio Aparicio, a visitar la Embajada de Chile en Madrid. Todo intelectual de la posguerra, no simpatizante con el régimen franquista, tenía que buscar asilo político en algún país vecino o hispanoamericano. El poeta, instado por José María de Cossío y Vicente Aleixandre, es invitado a que abandone España lo antes posible tras acabar la guerra, ya que corría el riesgo de aparecer de los primeros en la lista de represaliados. Durante aquellos momentos la Embajada chilena no ofrecía muchas garantías de seguridad para Miguel Hernández, ya que no quería tener ningún tipo de problemas con el régimen político de Franco, y tan sólo se limita a recoger un mínimo número de acogidos.

El diplomático Morla recibe en su despacho a Miguel para admitirlo en la lista, pero observa que puede resultarle un grave problema, ya que Miguel Hernández había adquirido una gran importancia a través de su poesía y de su participación en determinados actos políticos.

Miguel Hernández envía como postal, desde la URSS en 1937 a su amigo Juvencio Valle, una fotografía donde se observa a un joven poeta leyendo sus poemas. Recordemos que Juvencio Valle vino a España como corresponsal para informar de la guerra civil española y, finalmente, acabó conociendo los sinsabores de la prisión.

La foto la llevaba Miguel antes de partir hacia Moscú, ya que fue realizada en la Emisora del Quinto Regimiento de las Milicias Populares (E5RMP), seguramente del cuatro de diciembre de 1936. El periódico «Milicia Popular» de esa fecha, enviaba el programa previsto: «A las siete y media de esta tarde hablarán desde esta emisora el camarada Pietro Nenni, miembro del Comité Ejecutivo de la Segunda Internacional y Secretario del Partido Socialista Italiano y el poeta Miguel Hernández de la Alianza de Intelectuales Antifascistas».

En marzo de 1939 la Embajada de Chile en España da asilo político a diecisiete republicanos, en su mayoría intelectuales. Éstos se dan cuenta de que su permanencia en el país iba a durar todavía un tiempo, seguidamente deciden crear una revista literaria bajo la dirección del escritor Pablo de la Fuente. Esta revista contaba, entre sus secciones, un apartado de poesía donde se publicaban poemas de numerosos autores, entre ellos, del poeta oriolano. Esta revista cultural del exilio franquista se llamaba «Luna», editada recientemente en facsímil.

Sin duda, el decimoctavo refugiado pudo ser Miguel Hernández, pero en dos ocasiones decidió, según sus convicciones políticas, no aislarse en la Embajada de Chile. El poeta fue instado, seguramente, por Rafael Alberti y Juvencio Valle. Éste escribe por aquella época un folleto titulado «Franco, traidor», además de otros muchos artículos en contra de los nacionalistas. Es ahora cuando Franco dicta leyes sancionadoras muy duras para aquellos periodistas que en sus artículos escriban para soliviantar al público a cometer actos contra el régimen. Para, Miguel el exilio suponía, de alguna manera, una deserción de última hora.

Como conclusión, hay que decir que la vida de los diecisiete asilados en la Embajada chilena prosiguió en el exilio exterior; algunos de ellos regresarán a España, incluso ante de morir Franco o ya en la democracia. El destino del poeta oriolano no quiso depararle otro fin que su tragedia. Prefirió quedarse con los suyos, volver a la tierra que le vio nacer y que le verá morir.

Juvencio Valle es autor del «Retrato de Miguel Hernández»,el cual forma parte, como introducción, de una obra mayor titulada «Cantata» (1950), de Armando Solari.Imagen de "Cantata"Aquí, Juvencio Valle, elogia la vida del poeta y sus últimos días como presidiario, así como su generosidad.

Juvencio Valle tenía una edición de «Viento del pueblo» con una dedicatoria de Miguel Hernández:

Juvencio: Aquí tienes este libro escrito con el entusiasmo, la precisión y la precipitación que el clima dramático en que España empuja sus cuerpos, me han exigido fatalmente. Nuestra labor está tremendamente arraigada a cuanto sucede en relación con nosotros sobre la tierra, y ya veremos cómo la hacemos con más pureza. Salud por Delia y por Pablo. Salud y abrazos.

Miguel
Madrid, 4 de septiembre de 1938.

Según María Gálvez, compañera del poeta, esta dedicatoria tiene su historia: cuando echaron a Juvencio Valle de España, dejó sus libros en la Embajada, ya que no le dejaron sacar nada. Años después un amigo de Juvencio le comentó que, a su vez, otro amigo de éste había comprado en una librería de antiguo una edición de «Viento del pueblo» con una dedicatoria de Miguel para Juvencio. Valle se interesó por el mismo hasta tal punto que hubiese pagado cualquier cantidad, pero finalmente, se lo regaló. Así llegó otra vez a Chile, a manos de su legítimo dueño.