Coetáneos de Miguel Hernández

Torriente Brau, Pablo de la

 

Pablo de la Torriente nació el 12 de diciembre de 1901, en San Juan de Puerto Rico, hijo de Graziella Brau y Félix de la Torriente, que provenía de Hermosa en Santander. Cuando fallece su abuelo, viajará a España por primera vez, visitando la tierra natal de su padre.

El padre era profesor, lo que propició su pronta iniciación  a la lectura, con Salgari, Cervantes, o José Martí y su obra La Edad de Oro.

Pronto comenzó a trabajar en los periódicos El Nuevo Mundo y El Veterano. También se hace un activo miembro del movimiento universitario antimachadista y contra el imperialismo estadounidense, hasta ser detenido y encarcelado dos veces. Tras su segunda estancia en prisión en La Isla de Pinos y el Príncipe, sale deportado  hacia España, aunque se quedó en Nueva York y regresa a Cuba en septiembre de 1933 por la caída del dictador Machado.

Su intensa actividad contra el nuevo dictador Fulgencio Batista provoca el nuevo exilio en Nueva York, donde debe realizar multitud de míseros trabajos para poder subsistir, pero paralelamente continúa sus actitud revolucionaria, allí funda el Club Cubano José Martí y la Organización Cubana Antifascista, y colabora en diversas publicaciones revolucionarias.

En septiembre de 1936 llega a España, procedente de Le Havre, París, Bruselas, donde asiste al Congreso de la Paz y posteriormente pasará por Brujas, Barcelona, Valencia, hasta que llega a Madrid, en condición de corresponsal de guerra de la revista cubana Bohemia y para los periódicos El Machete, portavoz del Partido Comunista Mexicano, y de The New Masses, órgano de expresión de los comunistas estadounidenses.

En las siguientes líneas, en una carta enviada desde Nueva York el 6 de agosto de 1936 y publicada en Peleando con los milicianos,expone la idea que le inspira su viaje a España:

-<<He tenido una idea maravillosa; me voy a España, a la revolución española [...] en donde palpitan hoy las angustias del mundo entero de los oprimidos [...] Pero ahora yo me voy a España, a ser arrastrado por el gran río de la revolución. A ver un pueblo en lucha. A conocer héroes. A oír el trueno del cañón y  sentir el viento de la metralla.>>

Al llegar a España, se alista en el Quinto Regimiento con "El Campesino", como miliciano, y al mismo tiempo continúa con su actividad periodística. En el frente se encuentra a Miguel Hernández, y en carta fechada el 28 de noviembre de 1936, recogida  también en Peleando con los Milicianos, explica cómo sucedió:

-<<El día 25 creo, lo pasé todo en Alcalá. Descubrí un poeta en el batallón. Miguel Hernández, un muchacho considerado como uno de los mejores poetas españoles, que estaba en el cuerpo de zapadores. Lo nombré jefe del Departamento de Cultura, y estuvimos trabajando en los planes para publicar el periódico de la brigada y la creación de uno o dos periódicos murales, así como la organización de la biblioteca y el reparto de la prensa.>>

Y también añade sobre las actividades culturales desarrolladas desde su trabajo como Comisario de Cultura junto a Miguel Hernández (en la carta fechada el 13 de diciembre de 1936):

-<<Y aparte de todo esto, hemos dotado a cada compañía de un maestro, con una campaña intensiva para que todo el mundo sepa firmar el próximo pago. Y muchos están aprendiendo a leer y escribir. Y actos también hemos dado tres ya. Uno en el que intervinieron Alberti, María Teresa León, Aparicio y Emilio Prados, y otras dos en el cine del pueblo...>>.

Nicolás Guillén publicó una entrevista a Miguel Hernández, en la revista Mediodía (nº 39, 1937), donde el poeta cuenta cómo conoció a Pablo de la Torriente y su reencuentro en el frente de Madrid.

-<<Conocí a  Pablo en Madrid, una noche en la Alianza, esperando yo a María Teresa León, que no venía. Recuerdo que fue en septiembre del año pasado. Esa noche, recién amigos, bromeamos como camaradas [...] Nos volvimos a encontrar en Alcalá de Henares, a pesar de que habíamos estado juntos, sin saberlo, en los combates de Pozuelo y Boadilla del Monte. "¿Qué hacemos?", me preguntó alegremente al abrazarnos. "Tirar Tiros", le contesté yo riéndome también. Pablo era entonces Comisario Político del Batallón del Campesino, hoy división. Me ofreció hacerme también Comisario de Compañía, con lo que estábamos juntos otra vez Pablo y yo...>>

En Milicia Popular Diario del Quinto Regimiento,nº 138, 23 de diciembre de 1936, se recoge  una mención a su muerte, firmada por el Comisariado de Cultura de la brigada de El Campesino.

Tras el fallecimiento de Pablo de la Torriente, cuando intentaba tomar un puesto de ametralladoras, Miguel Hernández y Antonio Aparicio deben llevar el cadáver del cubano desde Madrid a Barcelona. Aparicio relata este viaje en un artículo aparecido en Revista de Guatemala, nº 6, 1953, p. 124:

-<<Teníamos que transportar desde el frente del centro hasta la capital catalana el cadáver de un voluntario internacional que había muerto luchando en nuestra misma brigada de choque: Pablo de la Torriente. Una comisión cubana se haría cargo en Barcelona de los restos de su compatriota para llevarlos hasta su isla natal. De Madrid a Barcelona, nuestro viaje resultó largo, el coche que Miguel y yo ocupábamos tenía que ir siguiendo a otro que transportaba el cadáver y cuya velocidad era bien modesta. Miguel se mantenía silencioso, dejando pasar las horas y los paisajes sin soltar una palabra. De tarde en tarde, sacaba un minúsculo lapicillo y anotaba una frase, un verso, tal vez una sola palabra que serían, después, material para el poema que dedicó a aquel luchador vencido>>.

Los restos de Pablo de la Torriente no pudieron ser trasladados a Cuba y fue enterrado en un nicho del cementerio de  Montjuïch. Acabada la contienda y caducados los derechos de entierro, fue depositado en una fosa común junto a otros milicianos.
Miguel escribió en su memoria la "Elegía Segunda" y lo incluyó como un personaje,  "El Cubano", en su obra teatral Pastor de la Muerte.

La actividad creadora de Pablo de la Torriente se inicia en el periodismo en El Nuevo Mundo y El Veterano. También escribe relatos cortos como Cuentos de Batey, junto al doctor Mazas Garbayo, publicado en 1930 en La Habana.

Finalizado su primer periodo carcelario, publica la serie de artículos 105 días preso, entre el 26 de abril y el 8 de mayo de 1931, en El Mundo.

También publicó las colecciones de artículos La isla de los quinientos asesinatos, Crónicas Universitarias, y, Tierra o sangre.
Durante su segundo exilio en Estados Unidos termina el libro Presidio Modelo.

El último texto que escribe antes de partir hacia España es la crónica de la exposición pictórica de Antonio Gatterno titulada Guajiros en Nueva York, en la revista Bohemia, fechada el 24 de junio de 1936.

Dejó inédito Aventuras del soldado desconocido  cubano,publicado por primera vez por Raúl Roa en 1940 (en las ediciones cubanas de Manuel Altolaguirre, donde en 1939 apareció Sino sangriento y otros poemas, de Miguel Hernández).

Las 14 cartas y crónicas enviadas por Pablo de la Torriente son publicadas en primer lugar con el título Peleando con los Milicianos,México, Ediciones México Nuevo, 1938,  y posteriormente, junto a otros documentos, bajo el título Cartas y Crónicas de España.Destaca la recopilación de textos poéticos con el título El calor de tantas manos y la selección de textos críticos en Pablo:100 años después y el volumen Memoria, publicado por el Centro Cultural Pablo de la Torriente, Ediciones Unión, en mayo de 1998.

Para conocer más información sobre la figura que nos ocupa indicamos la página web del Centro Cultural Pablo de la Torriente: www.centropablo.cult.cu/main_new.htm.

Para la elaboración de esta ficha se han utilizado, entre otros, los materiales aportados por Víctor Casaus a quien mostramos nuestro agradecimiento.