Coetáneos de Miguel Hernández

Fedor Kelin

Fedor Kelin nació el 10 de abril de 1893 en Moscú. Fue un reputado hispanista y traductor de numerosas obras de la literatura española al ruso. Tradujo por primera vez desde el gallego al ruso y fue también autor del primer diccionario ruso-español.

Terminó sus estudios en la Facultad de Historia y Filología de la Universidad de Moscú en 1917, y en 1923 comenzó a publicar algunos de sus trabajos.

En 1931 comenzó sus labores como director de la sección literaria creada por el Comité Ejecutivo de la KOMINTERN, llamada “Unión Internacional de Escritores Revolucionarios” (MORP), que tenía su sede central en Moscú y desde donde Kelin tuvo una gran implicación personal en la promoción de los contactos entre España y la URSS, convirtiéndose así en unas de las personalidades clave dentro del panorama literario ruso. También desempeñó funciones de secretario para la Lender Comisión Iberoamericana de la misma organización.

La MORP fue fundada el 30 de noviembre de 1922 en el IV Congreso Internacional de la KOMINTERN. Surgió dentro del contexto histórico que siguió a la Segunda Guerra Mundial como una reacción pacifista, dentro de la cual se encontraba la llamada “literatura de guerra” y en la que se posicionaron algunos intelectuales del momento. Era una organización de masas contra el fascismo, basada en los principios de la solidaridad internacional, que, independientemente de su afiliación política o sindical, ayudaba económica y moralmente a las víctimas del fascismo.

Asociaciones similares a la “Unión Internacional de Escritores Revolucionarios” se crearon también en ciudades como París, en marzo de 1932, donde se constituiría la “Association des Ecrivains et Artistas Revolutionnaires”, que tenía características similares a la MORP y que estaba controlada, al igual que ésta, por la “Asociación de Escritores Proletarios” soviéticos (RAPP).

Desde la MORP, Fedor Kelin contribuyó también en la formación de la “Unión de Escritores en España”, cuya actitud revolucionaria se hallaba en base a las iniciativas de intelectuales como Rafael Alberti o Mª Teresa León, ambos fundadores de la revista “Octubre”. Con Alberti y Mª Teresa León tuvo Fedor Kelin una correspondencia fluida concerniente a este tipo de actividades literarias. Estos documentos epistolares constituyen actualmente una fuente de información especialmente valiosa para la reconstrucción de la historia del movimiento de artistas revolucionarios. Los Alberti promovieron la adhesión de la “Unión de Escritores” en España a la MORP en 1933.

El fondo de Fedor Kelin tiene un gran valor documental ya que también recoge correspondencia con otros importantes escritores españoles, como Ramon J. Sender, Valle-Inclán, Pla y Beltrán o Antonio Machado, poeta muy apreciado por él.

Fue redactor jefe de la revista literaria y política mensual de la Unión de Escritores de la URSS, “Internatsionálnaia Literatura” (Literatura Internacional) que se editó en Moscú desde 1933 hasta 1943. La revista tendría cuatro ediciones diferentes en ruso, alemán, inglés y francés bajo un título común.

En 1934 la Editorial Estatal de Literatura publicó la traducción de la novela “Los pobres contra los ricos” realizada por Fedor Kelin, que anticipó un fragmento de la novela en las páginas de la revista “Krásnaia Nov” (Noval Rojo).

En 1937 Kelin participó en el Segundo Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura celebrado en Barcelona, Madrid, Valencia y París. Por aquel entonces Kelin era considerado el más prestigioso hispanista soviético, amigo de Valle- Inclán y durante su estancia en España hizo lo imposible por ayudar a los escritores españoles, además de disfrutar de algunas de las visitas de Antonio Machado, que vivía no lejos de Valencia.

En 1942 se creó la versión española de “Literatura Nacional”, que tras la Segunda Guerra Mundial se editaría como “Literatura Soviética”. En la edición española, Kelin trabajó como jefe de redacción junto a César Arconada, importante intelectual español exiliado en Moscú en el año 1939 y director de la publicación. El primer número de “Literatura Internacional” se publicó en junio de 1942, y durante su primer año de existencia salieron un total de seis números. En los años 1943 y 1944 la revista se editaba mensualmente, y en 1945 se publicaron nueve entregas. Tenía colaboradores españoles y latinoamericanos, como José Mancisidor, Luis Cardoza y Aragón, Fernando Cardona, Alejandro Ventura, Luis Balaguer, y los soviéticos M. Guélfand, N. Kalma, C. Nagorny entre otros.

Durante varios años, Fedor Kelin y Arconada realizaron numerosas traducciones conjuntas de obras clásicas rusas al español, como el famoso poema “La Canción de las huestes de Ígor” y una serie de poemas de Aleksandr Pushkin, Lérmontov y Nekrásov. Sus colaboraciones contribuyeron al enriquecimiento mutuo de culturas y experiencias, llegando a ser íntimos amigos durante los años del exilio de Arconada en la URSS.

Otras de las obras traducidas por Fedor Kelin fueron: “El tungsteno”, de César Vallejo (1932), “La hija de Dios”, de José Bergamín (1945) y “La vara mágica”, de Ida Gramcko (1948).

Asímismo publicó varios estudios y artículos sobre España y su literatura como "Estudio de la cultura española en Rusia” (agosto 1946); “Valle-Inclán y la Unión Soviética”, publicado en Literatura Internacional, 2, pp. 50-54 (1944); “Los escritores españoles en la lucha por la paz”, Literatura Soviética, 12, pp. 153 -158 (1950), etc.

La Universidad de Madrid le otorgó el título de Doctor Honoris Causa durante el Gobierno Republicano por su amor continuado a la literatura española.

Murió el 29 de septiembre de 1965 en la ciudad de Moscú a la edad de 72 años.

RELACIÓN CON MIGUEL HERNÁNDEZ

Fedor Kelin escribió varios artículos sobre Miguel Hernández y notas referidas al poeta oriolano en sus trabajos. Como gran conocedor de la literatura española y los escritores de su tiempo, Miguel Hernández no le fue indiferente ni por su poesía ni por su calidad humana.

La relación de Kelin con Miguel Hernández es, sobre todo, una relación literaria, a través de los artículos que Kelin llegó a escribir sobre el poeta-pastor y las noticias que desde España llegaban a la URSS, dentro del contexto de la guerra civil.

Es posible que el primer contacto que el hispanista ruso tuviera con Miguel Hernández se diera a raíz del Congreso Internacional en Defensa de la Cultura, al que Kelin acudió en 1937 como parte de la delegación de escritores soviéticos junto a Koltsov y Ehreburg, de los que Kelin era el único que dominaba el español. Se sabe que durante su estancia en España, Kelin intentó ayudar en lo posible a los escritores españoles dada su pasión por la literatura hispánica.

El primer artículo que Kelin escribe sobre el poeta oriolano data del 26 de abril de 1946, con la noticia de su muerte en una cárcel franquista. El texto fue publicado en el “Boletín de Información de la Embajada de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas”, año III, nº 17 (pp. 17-18), y se titula “El poeta Miguel Hernández, víctima de Franco”. En este artículo destacó Fedor Kelin el compromiso de Miguel Hernández con su pueblo y la injusticia que, a manos del régimen franquista, había sufrido el poeta:

El poeta Miguel Hernández, víctima de Franco

Por Fedor Kelin

La nueva ola de terror que han desencadenado los verdugos de Franco, y el asesinato reciente de diez republicanos españoles, hacen que nos detengamos a recordar, una vez más, el trágico fin de un magnífico representante del pueblo español: Miguel Hernández, el poeta de la lucha y de la libertad, muerto en las cárceles fascistas en 1942.

El poeta nació en el seno de una familia campesina en Orihuela, provincia de Alicante. De niño fue pastor, lo mismo que su padre, y sufrió las privaciones y amarguras del pueblo. A Madrid, donde llegó hacia 1931, llevó el poeta la brisa fresca de las llanuras españolas y de las rojas colinas plantadas de olivos, el color del pueblo, el ansia de la tierra del campesino español, apasionada sed de libertad y el odio a la clase dominante, a los señoritos, a la Iglesia, a los generales. Por algo el viento del pueblo se hizo posteriormente en los versos de Miguel Hernández símbolo de la inquebrantable voluntad de España por conseguir la victoria, por logara su liberación. El estro popular de pura cepa que vuelve a la poesía española con Miguel Hernández, le dio un primer puesto entre los representantes de la joven España, a pesar de que por entonces se hallaba en su apogeo un poeta de tanto vigor como Federico García Lorca.

La fama del sorprendente muchacho de Orihuela se extendió con celeridad por los círculos literarios de Madrid y de provincias. Con los versos de Miguel Hernández ocurrió algo parecido a lo que con El romancero gitano de García Lorca: se adentraron en los rincones más apartados del país, perdieron incluso el nombre del autor, para sumarse al acervo popular.

España republicana, con sus oleadas revolucionarias, con sus sugerencias para los poetas, impulsó a Miguel Hernández a profundizar más aún en su obra y adentrarse en la literatura clásica. Hernández no fue un simple imitador, sino que significó como clásico, en el más puro sentido de la palabra. Miguel Hernández siguió el mismo itinerario que anteriormente habían recorrido los dos grandes poetas de España contemporánea: Antonio Machado y Federico García. Si el primero de ellos fue en la poesía española el padre del romance narrativo y el segundo el creador del romance lírico, a Miguel Hernández corresponde sin disputa,  la gloria de haber iniciado el romance heroico, es decir, la canción popular de lucha y de libertad. Tan diversos por sus facultades, los tres cumplieron la tarea ideológica que les encomendó su pueblo. En su poesía se halla la síntesis del alma popular española, de su lirismo y de su amor a la libertad y los tres cayeron en la lucha por la gran causa de la liberación de su país.

La guerra que comenzó con el infame asesinato de García Lorca en Granada quedó marcada en su trágico final por la muerte del anciano Antonio Machado en la pequeña ciudad fronteriza francesa de Collioure y por el epílogo de la desaparición de Miguel Hernández en los calabozos del Imperio azul de Franco. Pero ninguno de los tres poetas ha muerto; su voz resuena en la moderna lírica española, despierta y enciende los corazones, llamándolos apasionadamente a defender la libertad.

En los primeros momentos de la criminal revuelta fascista, iniciada por Franco siguiendo las órdenes de Hitler, Miguel Hernández se incorporó al Ejército Popular. Cuando un amigo le preguntó qué hacía un poeta en el ejército, repuso con su magnifica frase: “Tirar tiros”.

Vivificado con el aliento de su inspiración, renació el romance heroico, tan popular en España durante la Reconquista. A ello contribuyeron todos los poetas españoles de vanguardia. Pero el éxito que logró ese género se debe en buena parte a la elocuencia lírica de Miguel Hernández. A través de sus versos ardientes, el poeta llama, en nombre del viento del pueblo, a la unión de los españoles para la lucha contra el enemigo común.

Canta en versos conmovedores a los jóvenes, como en su poema: “Llamo a la juventud”, y en ellos ve la salvación de España. En frases vigorosas, transmite a la posteridad un magnífico retrato de Dolores Ibárruri, la gran hija del pueblo español. En sus romances y poemas suena siempre el tema de la solidaridad internacional. Cuando murió como un héroe en el frente su amigo, el poeta cubano Pablo de la Torriente, Miguel Hernández le consagró versos profundamente sentidos.

Dramaturgo de talento y decidido partidario del arte escénico, Miguel Hernández es autor de El labrador de más aire, donde conjuga acertadamente los principios del teatro clásico español con las exigencias del día. También escribió varias pequeñas obras para un teatro militar, sobre el tema guerra de independencia.

El poeta visitó la URSS en el otoño de 1937. Miguel Hernández alimentaba ya gran simpatía por la Unión Soviética desde los primeros días de su aparición en la escena literaria y ese sentimiento se incrementó durante la guerra de España.

La victoria de Franco sorprendió a Miguel Hernández en el Ejército Republicano. Fiel a su juramento, no traicionó la causa de la libertad como algunos escritores de vanguardia, que se apresuraron a pasarse a las filas de Franco o a declararse neutrales. Aprehendido por los verdugos franquistas, fue condenado primeramente a muerte y después a cadena perpetua y en un presidio fascista, fue atormentado hasta la muerte.

La trágica suerte de Miguel Hernández, a quien podemos estimar con pleno fundamento como el tercer gran poeta popular de España, la lloran todos los pueblos de lengua y cultura españolas

Moscú, abril de 1946.

En 1957 se realizaron en Moscú una serie de actividades organizadas por los escritores soviéticos y la colonia de expatriados españoles para conmemorar el decimoquinto aniversario del fallecimiento de Miguel Hernández. La ceremonia oficial se celebró en la Casa Central de los Literatos donde varias personalidades del mundo de las letras participaron con unas palabras. Abrió la velada con unas palabras de introducción el escritor Petrus Brovka. O. Savich, el cual, posteriormente expuso una ponencia sobre la vida y la obra de Miguel Hernández. En este acto intervinieron también con sus recuerdos sobre Miguel Hernández el escritor español César Arconada y el catedrático Fedor Kelin.

Con motivo de estos actos apareció el 11 de mayo de 1957, en la página 4 del diario ‘Literatúrnaia Gasiéta’ (‘Periódico Literario’), un amplio trabajo firmado por Fedor Kelin con palabras dedicadas al poeta oriolano destacando de nuevo su papel comprometido en la lucha por el pueblo español y elogiando las características de su poesía, en concreto el romance, al tiempo que recuerda de nuevo su injusto sufrimiento al haber sido encarcelado:

“…uno de los rasgos característicos de la poesía de la guerra libertaria fue el esplendoroso resurgimiento de una de las formas poéticas más queridas del pueblo español: el romance (...) En el reflorecimiento de este género Miguel Hernández desempeñó prácticamente el papel más destacado. En sus versos el poeta ensalza la lucha del pueblo, a sus líderes y a sus heroicos jóvenes, al tiempo que flagela a los generales traidores y a sus amos extranjeros”.

“... la guerra tampoco logró interrumpir los esfuerzos de Miguel Hernández por crear un nuevo teatro español. Prueba de ello son las piezas propagandísticas que escribió para su representación en el frente: ‘La cola’, ‘El refugiado’, ‘El hombrecito’ y otras, que son certeras pinceladas de lo que era la vida en la retaguardia (...) El poeta no hubo de sufrir largo tiempo en la cárcel (...) De vida estaban precisamente henchidos los versos que escribió durante los tres años en que su existencia se fue apagando (...) Sus versos, abriéndose camino a través de las gruesas paredes de la cárcel, encontraron vivo reflejo en el alma del pueblo, despertando en ésta fortaleza y fe en la victoria”.

El 1 de noviembre de 1960, aparecerá de nuevo en el diario “Literatúrnaya Gazeta”, en su página 6, una reseña sobre Miguel Hernández titulada “No han conseguido ahogar la voz de Hernández”, sin autor y en tono de editorial. En ella se advierten los rasgos y el estilo de Fedor Kelin, por lo que es más que probable que fuera el autor del texto. En él, Kelin hace una breve introducción biográfica sobre el poeta oriolano:

“... poeta antifascista español Miguel Hernández, hijo de un humilde pastor, conocedor de la escasez y la miseria desde su propia infancia...”.

Y ensalza de nuevo las virtudes y el compromiso de Hernández como poeta del pueblo:

“... tras matar al poeta, los fascistas españoles se vieron incapaces de ahogar su apasionada voz, que llama al pueblo hacia la libertad”.

Muchos intelectuales rusos, incluido Fedor Kelin, se hicieron eco de la estancia de Miguel Hernández en Rusia. Miguel viajó a la antigua URSS invitado por el Ministerio de Instrucción Pública. Acudió en calidad de dramaturgo con motivo del V Festival de Teatro Soviético en Moscú, representando a la Delegación de la II República española.

La URSS era para muchos intelectuales españoles el futuro modelo socialista a seguir y así lo creía también Miguel Hernández. Fedor Kelin afirmaba en uno de sus artículos:

 “… De este viaje por la URSS Hernández volvió a su país con esperanzas renovadas y con nuevos proyectos literarios…”.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Miguel Hernández experimentó un gran cambio ideológico tras su regreso de la URSS, fruto de la decepción que sufrió tras contemplar en primera persona la situación real de Rusia. La URSS no era lo que el poeta había imaginado. Se encontró con una nación llena de pobreza y miseria, y unas autoridades que intentaban por todos los medios que los huéspedes españoles salieran del país con una imagen totalmente falsa y distorsionada, alejada de la realidad. Miguel Hernández y sus compañeros españoles permanecieron bajo una constante vigilancia durante su visita y el sueño de una España republicana apoyada por una nación tan pobre como la Unión Soviética comenzó a flaquear en la mente del poeta.

No obstante su cariño y simpatía por las gente de a pie, cuya solidaridad con España era sincera permaneció en el recuerdo de Miguel a su regreso.

RUSIA

En trenes poseídos de una pasión errante
por el carbón y el hierro que los provoca y mueve,
y en tensos aeroplanos de plumaje tajante
recorro la nación del trabajo y la nieve.

De la extensión de Rusia, de sus tiernas ventanas,
sale una voz profunda de máquinas y manos,
que indica entre mujeres: aquí están tus hermanas,
y prorrumpe entre hombres: estos son tus hermanos.

Basta mirar: se cubre de verdad la mirada.
Basta escuchar: retumba la sangre en las orejas.
De cada aliento sale la ardiente bocanada
de tantos corazones unidos por parejas.

Ah, compañero Stalin: de un pueblo de mendigos
has hecho un pueblo de hombres que sacuden la frente,
y la cárcel ahuyentan, y prodigan los trigos,
como a un inmenso esfuerzo le cabe: inmensamente.

De unos hombres que apenas a vivir se atrevían
con la boca amarrada y el sueño esclavizado:
de unos cuerpos que andaban, vacilaban, crujían,
una masa de férreo volumen has forjado.

Has forjado una especie de mineral sencillo,
que observa la conducta del metal más valioso,
perfecciona el motor, y señala el martillo,
la hélice, la salud, con un dedo orgulloso.

Polvo para los zares, los reales bandidos:
Rusia nevada de hambre, dolor y cautiverios.
Ayer sus hijos iban a la muerte vencidos,
hoy proclaman la vida y hunden los cementerios.

Ayer iban sus ríos derritiendo los hielos,
quemados por la sangre de los trabajadores.
Hoy descubren industrias, maquinarias, anhelos,
y cantan rodeados de fábricas y flores.

Y los ancianos lentos que llevan una huella
de zar sobre sus hombros, interrumpen el paso,
por desplumar alegres su alta barba de estrella
ante el fulgor que remoza su ocaso.

Las chozas se convierten en casas de granito.
El corazón se queda desnudo entre verdades.
Y como una visión real de lo inaudito,
brotan sobre la nada bandadas de ciudades.

La juventud de Rusia se esgrime y se agiganta
como un arma afilada por los rinocerontes.
La metalurgia suena dichosa de garganta,
y vibran los martillos de pie sobre los montes.

Con las inagotables vacas de oro yacente
que ordeñan los mineros de los montes Urales,
Rusia edifica un mundo feliz y transparente
para los hombres llenos de impulsos fraternales.

Hoy que contra mi patria clavan sus bayonetas
legiones malparidas por una torpe entraña,
los girasoles rusos, como ciegos planetas,
hacen girar su rostro de rayos hacia España.

Aquí está Rusia entera vestida de soldado,
protegiendo a los niños que anhela la trilita
de Italia y de Alemania bajo el sueño sagrado,
y que del vientre mismo de la madre los quita.

Dormitorios de niños españoles: zarpazos
de inocencia que arrojan de Madrid, de Valencia,
a Mussolini, a Hitler, los dos mariconazos,
la vida que destruyen manchados de inocencia.

Frágiles dormitorios al sol de la luz clara,
sangrienta de repente y erizada de astillas.
¡Si tanto dormitorio deshecho se arrojara
sobre las dos cabezas y las cuatro mejillas!

Se arrojará, me advierte desde su tumba viva
Lenin, con pie de mármol y voz de bronce quieto,
mientras contempla inmóvil el agua constructiva
que fluye en forma humana detrás de su esqueleto.

Rusia y España, unidas como fuerzas hermanas,
fuerza serán que cierre las fauces de la guerra.
Y sólo se verá tractores y manzanas,
panes y juventud sobre la tierra.

Miguel Hernández

Elisa Berná Gambín