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Coetáneos de Miguel Hernández

Francisco de Díe

 



Francisco de Díe nació el 9 de junio de 1909 en Orihuela (Alicante). Comenzó a estudiar en el Colegio de Santo Domingo, lugar en el que hizo el Bachillerato. Pero pronto descolló en el mundo de las artes; su profesor de Dibujo, Monserrate Fenoll, le sugirió que marchara a Madrid e ingresara en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.

Cuando tenía 17 años, el joven Francisco fue admitido en dicho centro y se trasladó a la capital española en 1926. Realizó allí sus estudios universitarios y, tras lograr un brillante expediente, obtuvo el título de profesor de Dibujo (se ha de destacar que en esta Escuela de Bellas Artes coincidió con Salvador Dalí).


Díe no pasó desapercibido en la Escuela de Bellas Artes y dejó su huella en los muros con un fresco denominado “Pensador” (1930)
Estuvo trabajando en la elaboración de dicha ilustración desde las 9 de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Constituyó una innovación, ya que fue el primero en realizar una obra con esa técnica.

Una vez regresó a Orihuela, se dedicó a la enseñanza en calidad de interino en el Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de Orihuela. Sin embargo, su actividad docente en su ciudad natal llega hasta 1936, porque lo cesaron las autoridades republicanas.
Junto a su trabajo como profesor, hemos de añadir la labor en su estudio de pintura, sito en su casa de la calle de Alfonso XIII. En este lugar se produjo una reunión entre Miguel Hernández y Díe; este encuentro no fue el primero entre ambos, pero fue el más significativo, porque, a partir de entonces, colaboraron juntos en varias ocasiones.

Miguel acudió al estudio del pintor, bajo el encargo de Ramón Sijé, director de “El Gallo Crisis” (1934-1935), y le propuso su participación en la revista.
En esta publicación se concentraron algunos artistas y escritores de Orihuela, y, por ello, se puede calificar como un punto de encuentro de la cultura de esta ciudad.

Francisco de Díe aportó a “El Gallo Crisis” su talento artístico y le dotó de una seña de identidad: su portada.

“Vida y obra de Ramón Sijé” (1987), de José Muñoz Garrigós, es un compilatorio de escritos de gran valor e interés, en el que el pintor oriolano comenta de forma acertada las diferentes viñetas que ocupan la revista de Sijé. A continuación transcribimos algún fragmento del citado libro: “He de manifestar que en EL GALLO CRISIS de Ramón Sijé a mí no se me impusieron normas de estilo, o forma de las viñetas que ilustraban los trabajos de aquella revista: jamás tuve que modificar una viñeta”.

En el escaso año de vida de esta publicación, Díe fue mostrando un estilo particular y propio, además, su obra está cargada de una fuerte simbología y contiene mensajes de denuncia. En el número 1 de “El Gallo Crisis” encabezó el ensayo “España en la selva de aventuras del Cristianismo”, con la viñeta de una máscara que simbolizaba a un hombre en crisis intelectual.

En los años que transcurren de 1938 a 1940, en la vida de Francisco se suceden dos cambios importantes: se casa y, posteriormente, se traslada a la ciudad de Alicante. Su esposa, Consuelo Rogel Morales, era de Orihuela como él y de su matrimonio nacieron dos hijos, Emilia y Paco.

Una vez acabada la guerra, tomaron la decisión de partir a Madrid, pero allí no hallaba la situación idónea para dedicarse al Arte. El artista comienza un periplo buscando un futuro mejor, y, por ello, regresa a Orihuela; pero en su ciudad natal tampoco encuentra su oportunidad y se traslada a Alicante.

Cuando la familia llega a la capital de la provincia, instaló un estudio donde pronto retomó sus actividades artísticas y, a raíz de esto, realizó exposiciones en Valencia, Murcia, Alicante y Orihuela. Sus obras se vieron recompensadas con las críticas favorables que obtuvo.

Sin embargo, era consciente de que para conseguir una buena situación económica, debía volver a impartir clases de Dibujo. Desempeñó su labor docente en diferentes colegios privados y públicos, y también en la Escuela Sindical de Bellas Artes de Alicante. La pintura dejó de ser su ocupación profesional para ser su mayor afición, junto a la lectura y la escritura.

La manera de pintar de Díe, como decíamos más arriba, era inconfundible y él mismo autodefinió su estilo como “expresionismo dinámico”, el cual seguía unas directrices concretas: utilizaba líneas rectas, superficies casi planas, destacaba la ausencia de policromía..., todo ello para sugerir al espectador algo más. Francisco pretendía emocionar al espectador y no dejarlo indiferente. También cabe mencionar la intención de deslindarse del cubismo, ya que Díe afirmaba: “Esta manera de expresar es genuinamente mía: nadie lo ha hecho así antes que yo”.

Él mismo se autodefinió como un pintor “esencialmente levantino, meridional, con un sentido plástico. Las cosas me llegan a la sensibilidad de un modo material, empujándome...”.

El artista oriolano, una vez que encontró el camino que quería seguir pictóricamente, se ciñó a él y abandonó la pintura de bodegones, retratos, etc., que nunca apreció en realidad, ya que pensaba que servían solamente para decorar paredes.

Aparte de ser profesor, fue crítico de Arte de la revista “Sigüenza” entre los años 1952-1953 y del periódico “Información” en la década de los 50. Esta colaboraciones versaban sobre diversos temas de la actualidad cultural, como, por ejemplo, las Hogueras de Alicante. Díe también colaboró en estas fiestas construyendo este tipo de monumentos. Uno de sus obras fue la llamada “Hermandad”, en 1958, que realizó junto con Luis López Sarabia.

A lo largo de su vida realizó varias exposiciones más, como la de Orihuela en 1948 y la de Alicante en 1974 en el “Tur-Social”. Para esta ocasión escribió una “Autocrítica” que los visitantes podían leer; en este texto define su forma de pintar y cuenta al espectador lo que significa el Arte para él.

Díe conjugó sus dos mayores pasiones, el arte y la escritura, y entre sus textos se han de mencionar los inéditos: “Ensayos sobre Arte” y “Torturas y vivencias de mi vida”. En el primero aparecen una serie de artículos, la mayoría no publicados. Y en el segundo podemos descubrir poemas y testimonios personales.

Debido a un glaucoma Francisco de Díe tuvo que alejarse de la pintura y la lectura. El pintor murió a los 79 años, el 9 de junio de 1988, el mismo día de su cumpleaños, dejando atrás una serie de obras, ya pictóricas ya escritas, que muestran al artista en toda su complejidad.


RELACIÓN CON MIGUEL HERNÁNDEZ

La amistad entre Miguel Hernández y Francisco de Díe se fragua a partir de aquel encuentro en el taller del pintor para su colaboración en “El Gallo Crisis” en 1934, en Orihuela. Sin embargo, hay que remontarse al curso 1923-1924 como el inicio de su relación, ya que coincidieron en el Colegio de Santo Domingo, de la misma ciudad.
En esta foto ubicamos al pintor en la primera fila superior, primero por la derecha, con un brazalete de luto en el brazo izquierdo, y el poeta, en la tercera fila, el primero por la izquierda.

Hacia 1931 comenzó a establecerse su amistad de forma más estable, sobre todo en el momento en el que Díe recibe el encargo del poeta de llevar a cabo un cartelón; éste serviría de fondo para la recitación pública de su “Elegía media del toro”. Ésta consta de veintidós dibujos distribuidos en veintiuna secciones, que están formadas por poemas de Miguel. Aparte de ésta, llevó a cabo la “Elegía” de Ramón Sijé, compuesta de catorce dibujos que aluden a los cuarenta y nueve versos del poema. Dicha obra se presentó en Orihuela en febrero 1977, en un homenaje al poeta. Además, en la revista “Litoral” fue publicada una parte de esta composición, en un especial monográfico dedicado a Hernández en 1978.

En uno de los viajes de Miguel a Madrid, coincidió con Díe en la misma pensión. El poeta, emocionado por el reencuentro con su paisano, mencionó al pintor en dos de sus cartas a Josefina. La primera fue el 1 de diciembre de 1934:

“He tenido suerte; apenas he llegado, he encontrado domicilio en la casa en que se hospeda Paco Díe, mi amigo el pintor”.

En otra carta de Miguel a su entonces novia le contó más acerca del encuentro de ambos, fechada el 6 de diciembre:

“Aquí, en esta habitación. Dormimos, en dos camas, uno para cada uno, mi primo y yo. Paco Díe duerme en otra habitación con un amigo suyo, también pintor”.

El paisaje urbano que se contemplaba desde los balcones de aquel alojamiento sirvieron de inspiración para la primera obra madrileña de Francisco, “Tejados de Madrid”.

Hacia 1936 tanto Francisco como Miguel fueron partícipes de los dos únicos números de la revista “Silbo”; el primero colaboró con sus dibujos y el segundo, con sus poemas. Más tarde, Ramón Pérez Álvarez, en su libro titulado “Hacia Miguel Hernández” (2003) hablaría sobre esta publicación en un artículo llamado: “SILBO: una revista pobre editada por humildes poetas”.

Díe siguió colaborando con el poeta y éste le propuso plasmar las cuarenta y dos octavas reales de “Perito en lunas”. Pero había que considerar que esta obra de Miguel está repleta de metáforas e imágenes, y Francisco era consciente de que el resultado quedaría opaco para el espectador medio, ya que para plasmar dichos poemas debería emplear imágenes surrealistas.

Pero fue capaz de realizar este proyecto en algunas de sus pinturas, como, por ejemplo, “Sandía”.

Consiste en una interpretación personal de la octava 17 de la obra citada más arriba. Se aprecian ciertos aspectos simbolistas religiosos y esotéricos. A la vez, se distingue el trazo peculiar de Díe, su “expresionismo dinámico”. Gracias a un texto facilitado gentilmente por la familia de Díe, podemos leer la descripción que hizo el pintor de su propio trabajo:

“las tajadas están estructuradas de una forma rígida, de modo que puedan evocar algo yerto...la técnica adoptada ha sido la de espátula, buscando la similitud de acción del cuchillo, que raja, y abre la sandía...”.

El pintor se decidió a llevar a cabo hacia 1932 una obra de cariz surrealista, ya que Hernández le solicitó que plasmara en un tapiz un poema erótico que había escrito. El resultado fue un cuadro repleto de simbología y que seguía las directrices estéticas del momento. Lo bautizó con el nombre de “Erotismo”.

La carrera profesional de Díe no se limitaba a su vertiente pictórica, sino que también era un gran aficionado a la escritura; muchos de los artículos y obras que compuso están dedicados a Miguel Hernández. Dentro de este campo destaca una de sus colaboraciones en el periódico “Información”, en la que abogó por la creación de la Casa Museo hernandiana y, para ésta, quería ceder cuatro dibujos inéditos hechos por Miguel (éstos los guardaba Díe en su casa de Alicante), junto con el cuadro antes citado, “Erotismo”. Entre sus planes para este futuro homenaje también pensó en levantar en el huerto de Hernández una figura de éste de “tamaño natural”.

Estos dibujos inéditos de Miguel fueron cedidos por la familia del pintor en 2003-2004 a la Fundación Cultural Miguel Hernández. Según el poeta, sus ilustraciones debían aparecer en “Perito en lunas”, pero, al final, se los regaló a Francisco. Su primera aparición en público fue en 1978, y posteriormente pudieron ser contemplados en el Museo de la Ciudad de Madrid, con motivo del II Congreso Internacional de Miguel Hernández en noviembre de 2003. Dichos dibujos están enmarcados en el mismo cuadro y aparecen elementos muy relacionados con la descripción de la naturaleza presente en “Perito en lunas”. De esta naturaleza extrae la figura de un gallo, una culebra, una sandía y tres granadas. Díe define así las ilustraciones del poeta:

“Los dibujos realizados por Miguel no lo fueron con la intención de publicarlos. Se trata de pequeños e intrascendentes ensayos hechos entonces en mi estudio de Orihuela, cuando yo realicé el “cartelón romancero”, para su “Elegía media del toro””.

En su trayectoria periodística intervino, además, en la revista alicantina “Idealidad” en el nº 9 de 1977 con la publicación “A Josefina Manresa y Miguel Hernández en el 66 aniversario del nacimiento del poeta”.

Para concluir, en Díe es evidente la constante presencia de la figura de nuestro poeta y el recuerdo que le acompañó hasta el final de su vida, ya sea en sus trabajos pictóricos como en los escritos.