Coetáneos de Miguel Hernández
Jesús Poveda Mellado
Jesús Poveda viene al mundo en la vecina localidad de Murcia el 21 de septiembre de 1912, el mismo año que lo haría el también poeta, y después su hermano político, Carlos Fenoll.
Cuando tan sólo contaba con un año y medio de vida, en 1914, Poveda y toda su familia se ven en la obligación de trasladarse, instalándose en Orihuela.
La familia de Poveda es bastante humilde, y ello hace que éste no pueda prácticamente asistir a un colegio como tal. Será su hermana Carmen la que deba instruirle en las primeras letras, siendo un hecho parecido al vivido por Carlos Fenoll. Esta situación, se va a dilatar poco en el tiempo, puesto que uno de sus hermanos, que había montado un pequeño taller de ebanistería, se lo lleva para que le ayude en el trabajo cuando apenas contaba diez años. Sufre al poco un grave accidente con una de las máquinas que se utilizaban para cortar madera, sufriendo heridas de bastante consideración, que hacen considerar a su padre el retirarle del taller, aunque él en principio se niegue, pues le había tomado bastante afición al oficio. Inicia entonces los estudios de música, que incluyen solfeo, violín y algo de armonía y composición, llegando gracias a ellos a dominar bastante bien el violín. También retoma su formación cultural, pero siendo todavía un adolescente (a los 13 años de edad), será admitido para trabajar en el despacho del abogado oriolano D. Tomás López Galindo, donde llegaría a destacar con luz propia como uno de los mejores mecanógrafos del bufete.
El bufete del abogado oriolano es también conocido por ser uno de los centros de la producción literaria oriolana de la época. Actualidad, tendrá su sede en este despacho, siendo D. Tomás su editor. Además, D. Tomás, profundo amante de la literatura, recibe obras de todos los géneros y de todos los autores, conformando una rica biblioteca que Poveda pronto conocerá y que hará que se entregue sin dudarlo y sin desmayo a la lectura. Pronto pasará de la lectura a la escritura, pues hará sus primeros pinitos en lo literario, deslizando, de tanto en tanto, algo que le va a valer sucesivas regañinas, algunos de sus originales dentro de las cuartillas que comprendían cada nuevo número de Actualidad, y que él normalmente llevaba a la imprenta. Con posterioridad, conforme vaya trabando amistad con Fenoll o Hernández, hará idénticas sustituciones de colaboraciones.
En 1928 conoce a José Marín, que era por entonces un estudiante en el Colegio de Santo Domingo de Orihuela, a cargo de los Jesuitas, un gran aficionado a la lectura y a los buenos libros, produciéndose abundantes préstamos de libros entre ellos.
Van madurando entonces la idea de editar una revista de periodicidad quincenal que fuese costeable con anuncios. Esta idea toma cuerpo por fin en 1930. Surge así Voluntad, que toma su nombre del título de una obra de Azorín. Aquí, Poveda une sus fuerzas a las de Sijé para llevar adelante dicha tarea, recayendo las tareas de dirección en Sijé. Poveda le presentará a Carlos Fenoll el cual, a su vez le presentará a Miguel Hernández Giner, que era como entonces firmaba. Esta presentación ocurre tras la publicación, en el tercer número de la revista, del poema "El Nazareno", momentos en los cuales se estiman por parte de la crítica en más de 1000 los versos escritos por Hernández. Algunos de los artículos que Poveda va a enviar a la imprenta en estos momentos se deben a esa formación musical que antes mencionábamos. Así, en Voluntad, aparece en su número 1, de 15 de marzo de 1930, "Cultura musical", y en Destellos, en su número 2 de 30 de noviembre de 1930, aparece otro sobre el compositor alemán Beethoven.
No hay que olvidar que en la producción de literaria de Jesús Poveda tienen lugar otros géneros literarios, como el cuento. Un buen ejemplo es el aparecido en el número 12, de 31 de agosto de 1930, en Voluntad, titulado "La soledad del claustro".
Estos momentos los recuerda también Poveda porque Miguel Hernández enviaba algunos de sus textos al oriolano Juan Sansano, al diario El Día, de Alicante, desde donde efectuó labores de promoción de Miguel Hernández. Es ahora cuando se produce la plena integración de este autor en la nómina de la llamada generación olecense de 1930.
Entre 1931 y 1933 realiza el servicio militar, que cumplirá en la Base de Submarinos de Cartagena.
En 1935, con un Miguel Hernández que está en Madrid buscando esa gloria que siempre se le mostraría esquiva en vida, Jesús Poveda, Carlos Fenoll y Gabriel Sijé fundan junto con Ramón Pérez Álvarez, que hace las veces de secretario, pensando en alejar de ellos el luto por la muerte prematura de Ramón Sijé, la hoja volante de poesía Silbo. Sus pliegos de color amarillo canario, ilustrados con las viñetas de la pintora gallega Maruja Mallo, amiga de Miguel Hernández, sólo van a ver la calle en dos ocasiones, junio y julio de 1936, quedando el tercer número sin salir por el estallido de la Guerra Civil. Esta publicación con una tirada de 300 ejemplares, se pensó como una publicación donde aparecerían trabajos inéditos de los mejores autores y de más renombre, junto con unas pequeñas monografías literarias a modo de pequeños volúmenes o anexos. Esta publicación fue largamente recordada por Fenoll y Poveda, que destacan la financiación de estas ediciones, que costaban 60 pesetas de las de entonces, y que se obtenían en gran manera de la panadería de los Fenoll, merced a las sisas de Carlos al cajón que custodiaba su hermana Josefina. El primer monográfico que se editó conjuntamente con Silbo, fue Poemas. Este pequeño y breve volumen contiene cuatro poemas de Jesús Poveda y otros cuatro de Carlos Fenoll, que arropan las cuatro prosas de Justino Marín, "Gabriel Sijé", constituido en ecuador o corazón del libro. Los cuatro sonetos de Poveda, de tema amoroso, dejan también aflorar algún que otro sentimiento íntimo, tal y como sucede en la mayor parte de la producción lírica de Poveda. Sin embargo, habría que hablar de los errores cometidos a la hora de elaborar algunas estructuras sintácticas, y del léxico, que desafortunadamente tampoco está muy bien escogido. Hay también alguna deficiencia en el ritmo y a nivel expresivo, ideas y sentimientos no se corresponden demasiado bien. Este librito será reeditado en 1997.
De los momentos previos a la guerra, data también su noviazgo con Josefina Fenoll, antigua novia de Ramón Sijé. Criada entre panaderos y poetas, está muy acostumbrada a oir mencionar los nombres de García Lorca, Alberti, Aleixandre o Machado entre otros. También estaba acostumbrada a hablar de poesía con clientes y amigos, tal y como hacía con Miguel Hernández cada vez que iba a comprar a la panadería. Éste, le dedicaría en enero de 1936, una segunda elegía a Ramón, en la que se dirige a ella sobre todo: "En Orihuela, su pueblo y el mío, se ha quedado novia por casar la panadera de pan más trabajado y fino, que le han muerto la pareja del ya imposible esposo". Ese noviazgo, a decir de algunos, distanciaría algo a Poveda y a Josefina del resto de amigos del grupo, especialmente de Miguel Hernández, por no haber respetado la memoria del amigo muerto.
En noviembre de 1936 se marcha a Madrid con Carlos Fenoll a alistarse voluntario en un Batallón de Milicias, el Federico García Lorca. Tras sufrir algunas peripecias en el frente, Aleixandre le conecta con otros poetas, como Rafael Alberti, Mª Teresa León o Lino Novás, por citar sólo algunos, volviendo a Orihuela en 1937.
Esto sólo le proporciona un descanso momentáneo, pues a principios de 1938 su quinta es llamada a filas. Partirá de Alicante hacia Barcelona, aunque no llegará a su destino porque su destacamento se queda en Vilaseca, en Tarragona, donde se encontraban acuarteladas Brigadas Internacionales. Aquí, su situación mejorará al encontrarse con un antiguo conocido de Albacete, Comisario del ejército, que tras reconocerle, hará que le destinen a esos mismos menesteres en la XV División, destacada en el Frente del Ebro. Aquí, escribirá algún romance y algunas letrillas para ser cantadas, entre algunas otras cosas.
En 1938 aparece también la primera edición de Sobre la misma tierra, en Barcelona. Ilustrada con dibujos, algunos realizados a pluma por otro comisario, Tey. Esta edición, se hizo mientras Poveda estaba luchando en las trincheras, no apareciendo una segunda edición como ya comentaremos más adelante, hasta que no se exilie, siendo esta además un poco diferente.
Finaliza la guerra y, Jesús Poveda, ya casado con Josefina Fenoll, se autoexilia. Pasa a Francia, siendo internado en el campo de concentración de Saint Cyprien, en los Pirineos Orientales, del cual saldría gracias a la intervención del Comité Británico para ayuda a los Refugiados Españoles, junto a artistas e intelectuales como Ramón Gaya, Juan Gil-Albert, Miguel Prieto, Manuel Andujar, etc. Esperando a que llegue su esposa desde España, se traslada a Perpignan primero y a Toulouse luego, y es aquí donde se produce el feliz reencuentro el 14 de julio de 1939. Jesús y Josefina son ya refugiados políticos en toda regla, y esperando el traslado a América, intentan conseguir noticias sobre Miguel Hernández, y las que les llegan no son muy esperanzadoras, mostrando el calvario recién iniciado por el poeta oriolano. Este sufrimiento, constatado por todas las noticias recogidas a lo largo de los años y la visita a la tumba de Hernández 36 años después, le sugieren a Poveda cuatro sonetos en los que aparecen elementos religiosos y populares y una comparación de lo ocurrido a Hernández con Jesucristo y su pasión. Aparecen en el libro Vida, pasión y muerte de un poeta: Miguel Hernández, y se titulan: "Parábola de la traición", "Parábola del crimen", "Parábola de la luz" y "Parábola de la pobreza".
Por fin puede trasladarse con su esposa fuera de una Europa que empieza a consumirse pasto de las llamas de la Segunda Guerra Mundial, llegando a Santo Domingo en 1940, en el que residirán pocos años. Poveda y su esposa van a subsistir en principio de las actividades literarias de éste, que envía artículos y crónicas de arte a diarios y revistas del Cono Sur o del Caribe (Argentina, Cuba...). También va a dictar una serie de conferencias, entre las que destacan las que versaban sobre García Lorca y Aleixandre, publicadas todas en el folleto Ensayos (1941). Es el momento también de la publicación de Sobre la tierra, único libro de versos de este momento. Esta edición, se vendía de casa en casa, pagando los compradores siempre un sobreprecio, que añadido a lo obtenido con sus conferencias y programas de radio, le procuró un buen pasar.
Por si fuera poca la variedad de actividades desempeñadas por Poveda en estos momentos del exilio, es contratado como primer violín de la Orquesta Sinfónica que en 1941 funda el dictador Trujillo.
En 1943, se traslada a México, donde a pesar de sucesivos e infructuosos intentos, no consigue dedicarse a vivir de su pluma. En el país azteca, será padre tres veces: de una hija en 1944 y 1946, y de un hijo en 1948.
Realiza no obstante críticas de pintura y música, aunque debe cambiar también varias veces de trabajos, no sólo de gustos. Empezará como representante de productos de alimentación, pasando luego a montar unas tiendas dedicadas a la venta de productos del hogar y finalizará dedicado a los aceites comestibles y anhelando España, y sobre todo, Orihuela.
Poveda es hilozoísta como muchos de los autores olecenses y alicantinos, continuadores de este espíritu con posterioridad. En muchos de sus poemas encontraremos que le domina el anhelo de lo perdido, sobre todo la separación traumática del hogar. En algunas de estas composiciones es perfectamente rastreable la influencia hernandiana, cuando hable del próximo nacimiento de un hijo o de la esposa lejana.
Los símbolos, metáforas y otros recursos del lenguaje, escogidos por él, serán también muy del gusto hernandiano, siempre relacionados con la naturaleza circundante, con la luz, con la fecundidad de la tierra, como ocurre en Sobre la tierra, que recoge poemas anteriores, de la guerra, y donde se ve ese afán por imitar a Miguel Hernández en sus poesías de juventud.
El caso de Poveda es único en el grupo olecense de 1930. Él es autodidacta, como Fenoll, Hernández o Molina, pero sin embargo no le supera nadie en el entusiasmo mostrado por la literatura. Es como habíamos dicho un lector ávido de renacentistas, barrocos, románticos, realistas del XIX y pioneros del XX, algo que le lleva pronto a imitar a los más destacados y a poner por escrito sus propias composiciones. Pero ese afán por la lectura tiene también otro efecto colateral, el sentir de manera denodada cualquier impulso por colaborar en cualquier actividad, multiplicando ese espíritu ya de por sí participativo y cordial del grupo.
Su producción, es corta, y seamos realistas, a un nivel que no sobresale de la discreción, aunque quizá debido a la comparación obligatoria con la luz que emana de Sijé o de Hernández, la cabeza y el corazón del grupo.
De su época más juvenil, podemos rastrear restos de ese barroquismo asimilado por contacto con lo hernandiano, aunque desgraciadamente no ocurre igual que con Hernández, pues técnica y contenidos no discurren paralelamente.
Precisión y riqueza, se irán haciendo más patentes con el tiempo, aunque sin embargo, carecerán de garra siempre sus composiciones. Técnicamente, con el transcurrir del tiempo, modernizará su léxico y sus recursos técnicos, utilizando términos surrealistas y alternando rima libre con esquemas clásicos.
Tras la guerra y el exilio, las necesidades vitales le apartarán de la creación literaria, restándole tan sólo el consuelo de asistir a la tertulia literaria de León Felipe, donde coincidió con otro oriolano, Francisco Pina. Hasta que en 1974, realiza un primer viaje a España, donde fijarán su residencia definitiva poco tiempo después, instalándose en la ciudad alicantina de Torrevieja, donde residió hasta su fallecimiento. Su vida se cierra con la publicación en 1975 en México de Vida, pasión y muerte de un poeta: Miguel Hernández, y posteriormente con alguna entrevista. Vida, pasión y muerte de un poeta: Miguel Hernández, se inserta en el conjunto de títulos que, sobre la vida del poeta oriolano, van a aparecer en los anaqueles de las librerias por esos años, algunos de ellos, casi objeto de culto por lo que desvelan y desmienten, y otros, detonantes de más libros que intentaban rebatir las aseveraciones que contenían, como es el caso de Mª de Gracia Ifach y su libro Miguel Hernández, rayo que no cesa, prontamente respondido por Vicente Ramos y Manuel Molina y su Miguel Hernández en Alicante. En este caso, nos encontramos ante un libro de desmitificación, en el que Poveda va desgranando sus recuerdos, que van enlazados con las vidas de Miguel Hernández y Carlos Fenoll, tal y como describe en el exhorto al lector del referido libro, que además de hablar de Miguel Hernández, debe hablar de Fenoll, ya que ambos forman un solo corazón, una sola alma, sin poderse descartar a uno por el otro, dándose así también pábulo a las corrientes que ven mutuas influencias entre Hernández y Fenoll y viceversa.
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