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Premios Literarios Miguel Hernández 2024 Exposición Bibliográfica Miguel Hernández Genealogía de Ramón Sijé

El próximo viernes 21 se inaugura en la Sala de Exposiciones de la Fundación Cultural Miguel Hernández, la exposición “Juan Gil- Albert, fuentes de una constancia”, que podrá contemplarse hasta el 20 de febrero. El pasado año se celebró el centenario del nacimiento del poeta alcoyano y en este recién estrenado 2005 se conmemora el centenario del nacimiento de otro ilustre escritor y, sobre todo, impresor: Manuel Altolaguirre. La muestra, concebida como una tupida red entretejida de relaciones personales, literarias e ideológicas, busca del visitante la complicidad necesaria para asomarse a poetas y artistas como los propios Gil-Albert, Miguel Hernández, Altolaguirre, el poeta argentino Raúl González Tuñón y el escultor Alberto Sánchez, que unieron afanes comunes para ofrecer lo mejor de sus respectivas producciones a la legítima causa republicana, durante los convulsos años de la preguerra (1935-1936). Estos dos agitados años sirven de hilo conductor de la exposición, en donde sobresale, por encima de las ruinas de la historia reciente de nuestro país, la convicción serena y firme de un grupo de intelectuales que apostaron por un caballo perdedor, pero, a la postre, ganador. La vigencia del legado estético y ético de Gil-Albert está basada en un modelo actual de conducta moralista y comprometida con el mundo que le rodea, rasgos esenciales que le acercarán a los poetas más jóvenes (por ejemplo, Guillermo Carnero) y otros que procedían de promociones como la de los cincuenta (Gil de Biedma, Brines, etc.). En 1972 se inicia el lento pero imparable reconocimiento de la obra gilalbertiana con la publicación de “Fuentes de la constancia”. Otro rasgo que atrajo el interés de los lectores fue su prosa memorialista, en la cual la cultura era entendida como expresión cotidiana y reafirmación de lazos más amplios (amistades, soledades, escritura, amores, vivencias, etc.). El autor contaba entonces con 68 años. Juan Gil-Albert y Miguel Hernández, aparte del paisanaje, coincidían en otro punto más: el impresor. Manuel Altolaguirre editó los libros “Misteriosa Presencia” y “El rayo que no cesa”, respectivamente, en 1936. En la exposición hemos concedido un espacio significativo al, sin duda, mejor impresor de la época. Ambos poetas alicantinos se conocieron en la casa del malagueño y en la muestra y catálogo puede leerse un interesante texto de Gil- Albert sobre su paisano. Miguel Hernández, por su parte, no era ajeno a las profundas transformaciones socio-políticas que tenían lugar en España durante el bienio 1935-1936. En este sentido el poeta argentino Raúl González Tuñón, autor del célebre poemario “La rosa blindada”, ejerció una incuestionable influencia ideológica sobre Hernández. En la muestra y en el catálogo puede observarse una fotografía inédita en España en la que, entre otras personalidades del mundo de la cultura, destaca Miguel Hernández. La foto, realizada con motivo del banquete de despedida a González Tuñón en Madrid, el 20 de diciembre de1935. Por otra parte, la implicación del poeta oriolano en la llamada Escuela de Vallecas con sus implicaciones estéticas y políticas, tiene su espacio también en la exposición. Una carta, inédita en España, de Miguel Hernández al poeta argentino Miguel ángel Gómez, fechada en Madrid en mayo de 1936, que también puede ser leída en la muestra y en el catálogo de la misma, nos ofrece nuevos datos sobre ese periodo de transformación ideológica y estética en el poeta oriolano. En definitiva, hemos intentado tributar un homenaje a Juan Gil-Albert, vigente por encima de conmemoraciones puntuales, acompañado de sus amigos Miguel Hernández y Manuel Altolaguirre, de Raúl González Tuñón, y Alberto Sánchez, todos ellos zaheridos por el viento del pueblo.