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Premios Literarios Miguel Hernández 2024 Exposición Bibliográfica Miguel Hernández Genealogía de Ramón Sijé

Joaquín Ezcurra Alonso vino al mundo el 7 de junio de 1925 en La Coruña. Vivirá en la bella localidad gallega hasta poco después de cumplir los 14 años, momento elegido por su familia para volver a trasladarse a Orihuela. Será el 9 de septiembre de 1939, pocos meses después de la finalización de la guerra civil, aunque también residió en Madrid.

Su familia estuvo desde siempre muy ligada a Orihuela, a pesar de no ser originaria de la misma: el abuelo, militar de carrera, es trasladado a la Caja de Reclutas de Orihuela. Tan sólo su padre (Mariano Ezcurra) y dos de sus tíos (José y Ángel) nacieron en la localidad alicantina; sus otros tíos, (Joaquín y Luis) nacieron en Murcia y Valencia, respectivamente.

Joaquín Ezcurra, fruto del ambiente culto vivido en su familia desde bien joven, se aficiona a la composición literaria, y así, con 15 años ya nos lo encontramos colaborando con la revista Juventud Mariana, y un año más tarde en la revista Semana Santa. Estas dos revistas, de grato recuerdo en la ciudad, sobre todo entre su intelectualidad, fueron también muy importantes en su momento: una por dar cobijo a la primera antología hernandiana, en formato folletón, de la mano de Francisco Martínez Marín, que terminaría dirigiendo Juventud Mariana, y la segunda, por la cantidad de colaboraciones que registró durante su vida editorial, que finaliza en 1963, también de la mano de Martínez Marín. Unas colaboraciones, las de Semana Santa, que llegarían incluso a ser "de pago" y que no hicieron sino elevar su categoría, ya de por sí alta por la talla de los colaboradores: José María Pemán, Gerardo Diego, César González Ruano...

También con 16 años inicia su colaboración con el diario La Verdad, de Murcia, y para el cual acaba ejerciendo su primera corresponsalía informativa.

Poco más tarde, consigue ser nombrado para el puesto de redactor de la revista Fotos, pasando poco después a la conocida Triunfo, de cuya plantilla entra a formar parte.

La personalidad de Joaquín Ezcurra, siempre inquieta y ansiosa por conocer y acercar al público la historia, la cultura y la tradición de su comarca y por qué no, también de su país, le hacen primero convertirse en editor de una publicación que, creemos, no necesita apenas presentación: la revista Oleza, donde coincidiría con su inseparable fotógrafo, Juan Fenoll Villegas, primo de Carlos Fenoll. Con una cadencia de aparición de dos números hasta el año 1975, momento en el que, con la creación de las Fiestas de Moros y Cristianos, que engloban la fiesta del Aniversario de la Reconquista de la Ciudad y la de las Co-patronas de la ciudad, las mártires sevillanas Santas Justa y Rufina, la revista edita tres números por año: Navidad, Semana Santa y Fiestas de la Reconquista o de Moros y Cristianos, aunque hay algún año con algún número más, dedicado a la Feria y Fiestas de Agosto o a alguna festividad o acontecimiento importante.

Pero ese afán por conocer y divulgar la cultura, la historia va más allá y nos lo encontramos interviniendo como ayudante de Dirección en tres películas: El desembarco de Alhucemas, a las órdenes de José López Rubio, La vida encadenada, dirigida por Toni Román y finalmente la dirigida por el destacado Edgar Neville, Baile en Capitanía.

Resentida su salud poco después, con un largo periodo de enfermedad, regresa a Orihuela, donde alterna el trabajo de director de la Oficina de Empleo con el de Jefe de Programación de la emisora "La Voz de Orihuela" y desempeñó además las labores de corresponsal del diario Información, de Alicante.

Su capacidad de trabajo, y las relaciones humanas que supo desarrollar durante todo este tiempo, le franquearon posteriormente, y ya en los 60, otros destinos dentro de Orihuela: dirección del Centro de Iniciativas Turísticas, director de la Feria Agrotextil del Sureste, consejero de Bellas Artes y la Presidencia de la Honorífica Orden de San Antón, nacida en el seno del Club de Prensa de la ciudad para premiar las actividades de personas y entidades en favor del desarrollo de Orihuela.

Premio Nacional de Reportajes Agrícolas, es también procurador de los Tribunales, director del Instituto de Investigaciones y Estudios oriolanos, impresor jefe de la Imprenta Oriolana...

Fruto de esta diversidad de cargos y actividades, han sido también los siguientes reconocimientos y condecoraciones: Está en poder de la Medalla de Bronce al Mérito Turístico, de la Correspondiente a la de Comendador de la Orden Civil al Mérito Agrícola y la Encomienda con Placa de Alfonso X El Sabio. También y desde el año 2002, está en poder de la Medalla al Mérito Hernandiano.

Joaquín Ezcurra es sobre todo un periodista nato que ha aprendido en los quehaceres diarios del periódico, haciendo de todo, buscando la noticia o de no existir ésta, llegando incluso a crearla, es lo que en el argot se conoce como "hinchar el perro". Ezcurra ha tocado además todos los temas, desde el deportivo al taurino, pasando por las páginas de sociedad, festividades, sucesos o economía.

Su prosa presenta una gran capacidad de síntesis, siendo también muy agudo y expresivo para introducirse en el personaje que pretende retratar o estudiar. Posee también gran facilidad para crear narraciones e historias cortas, a modo de cuentos, pero es algo en lo que se ha prodigado poco, como El cementerio de los almendros, nº 3, enero 1970, Revista Instituto Estudios Alicantinos.

A nivel profesional ha sido muy estimado por la preparación de cualquiera de las muchas entrevistas que ha realizado, tanto a personajes de la política como de las artes o de las ciencias, destacando entre ellas las realizadas a la actriz Sara Montiel, que vivió en Orihuela durante parte de su juventud, a personajes hernandianos como el abogado José Martínez Arenas o personajes de la actualidad como el Obispo de Orihuela y luego Arzobispo de Valladolid, D. José García Goldáraz.

La prosa de Ezcurra, empleada la mayor parte de las veces para difundir las bellezas de Orihuela y sus tesoros histórico-artísticos, ha tenido también otros foros, no necesariamente escritos, como la gran cantidad de conferencias y coloquios y actividades similares en las que ha participado, y que incluyen uno de los grandes honores que muchos oriolanos anhelan: la Glosa del Pregón de Semana Santa, y que le tocó realizar en el año 1951.

Sus versos, escasos, en su producción literaria, son también brillantes y expresivos, destacando también sus dotes de organización, fomentadas durante su época como funcionario de la Confederación Nacional de Sindicatos.

Relación con Miguel Hernández

Joaquín Ezcurra ha tenido siempre presente un afán divulgador sobre la figura de Miguel Hernández, partiendo este afán desde posiciones conservadoras, un tanto sesgadas muchas veces pues su defensa se establece en función de condicionamientos políticos y/o religiosos a pesar de sus peticiones en abundantes artículos de que no se debería usar a Miguel Hernández como bandera política. Sí que es cierto que también son múltiples los aspectos que sobre el poeta han merecido la atención de su pluma. Es por ejemplo, el caso de la situación económica de la familia Hernández, mucho más desahogada de lo que el poeta siempre quiso reconocer. Miguel no fue un trabajador agrícola porque su familia no tenía tierras que cultivar y su padre movía una gran parte del negocio del ganado caprino en la zona. El pedir dinero cuando lo pide, como en el caso de Luis Almarcha, fue porque, como han testimoniado entre otros su hermana Elvira, no le gustaba trabajar de cabrero.

Otro aspecto que Ezcurra ha desarrollado con mayor o menor fortuna es el de la valoración de la obra hernandiana, separando su producción por facetas y obviando lo que no le acaba de gustar. Para él, habría que olvidar por abominable todo contenido o tema político. Es el caso por ejemplo de Viento del pueblo, al que tacha de "versos de trinchera y confusionismo", pero salvaguardando todo lo anterior, su producción religiosa, que es lo verdaderamente valioso para Ezcurra.

Ezcurra ha participado en otras iniciativas de este tipo sectario con bastante desacierto. Es el caso de las críticas vertidas desde las líneas del diario Información de Alicante a la carta firmada por 14 poetas, entre los que se encontraban Gabriel Celaya y Vicente Aleixandre y dirigida al entonces alcalde de Orihuela por la convocatoria de unos Juegos Florales en el XXV aniversario de la muerte de Miguel Hernández. Para él, la fecha elegida para solicitar un homenaje no era la correcta por corresponder a la de la "autoliberación del dominio rojo". Además, esgrime falta de coordinación y de conocimiento de cómo era en la intimidad Miguel para convocar semejantes iniciativas.

De tono sectario han sido también otros comentarios, bastante desgraciados y aparecidos en algún editorial de los órganos de prensa y revistas en las que ha participado. Es el caso de un editorial en el que achaca el silencio actual sobre Miguel a los que antes pretendieron sin conseguirlo hacer bandera política de él, que "Nació para morir a los 32 años. Ése fue su destino".

Será también crítico con el Homenaje de los Pueblos de España (mayo 1976), un homenaje que intentará desvirtuar la figura de Miguel, porque según él los que intervienen en el mismo conocen al poeta a través de desafortunadas publicaciones, y hay que reconocerle su catolicismo por un lado y no utilizar a Miguel como bandera política por otro.

Ya puestos a desorientar a propios y a extraños, también intenta esgrimir cuando se produjeron las protestas por no tener una calle dedicada a la memoria del poeta que encima había vivido en ella, que unos jóvenes habían robado el cartel con el nombre de Miguel Hernández que se había colocado en la calle de Arriba. Eran las vísperas del homenaje nacional a Miguel Hernández anteriormente aludido y se pretendía así negar que la corporación municipal también había hecho objeto de sus homenajes al poeta.

Ezcurra ha tratado a lo largo de los años también de despejar otras muchas incógnitas relacionadas con la vida y la obra del poeta. Con algunas ha desencadenado gran expectación en el mundo de la prensa escrita, registrándose verdaderas batallas dialécticas desarrolladas con enjundiosas cartas. Con otras ha seguido creando falsas expectativas entre los hernandianos, sobre todo las tendentes a destacarlo como experto en religiosidad, aunque es bien fácil destacar esos intentos en toda su obra.

Por el contrario, son menos los "descubrimientos" o "revelaciones", que quedan muchas veces en constatación y que han llegado gracias a su ágil pluma. No son muchas, es cierto, pero es de justicia reconocerlo también. Un ejemplo de esa constatación es el primer homenaje tributado al poeta el 29 de abril de 1942 ante el ciprés, que coronaba una parte de Orihuela, del que fue parte integrante.

Para finalizar, podemos decir de la figura de Ezcurra que ha sido uno de los más encarnizados defensores de la figura del poeta, aunque desde una óptica quizá extremista, con unos razonamientos alejados del presente y que intentan presentarnos no al poeta y a su obra en un conjunto, sino de una manera sesgada, sólo enmarcado por la religiosidad y alejado de la guerra y los contactos del poeta con la izquierda política.

No obstante esos defectos, normales en el momento en que Ezcurra desarrolla sus escritos principales, con la presión de la mayoría de sus paisanos, de la censura y pocos años después de finalizar el conflicto civil, cuyas heridas tardaron mucho en cicatrizar, hay que reconocerle que creyese en su paisano y que a pesar de las limitaciones comentadas lo hiciese ante todo y ante todos, hecho que le posibilitó como ha sido mencionado, el ser reconocido con la Medalla al Mérito Hernandiano, junto con Francisco Martínez Marín, Antonio García Molina, la Asociación Amigos de Miguel Hernández, en la persona de Francisco Esteve o Joan Pàmies en junio de 2002.