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Premios Literarios Miguel Hernández 2024 Exposición Bibliográfica Miguel Hernández Genealogía de Ramón Sijé

Francisco Martínez Marín nació el 5 de agosto de 1928 en Orihuela, muy cerca de donde vivió quien, con posterioridad, sería fruto de sus desvelos muchos años y objeto de varias de sus publicaciones. Nos estamos refiriendo al poeta Miguel Hernández.

Francisco Martínez Marín nació en la calle del Colegio, hoy de Adolfo Clavarana, que por esas casualidades del destino, también tendrá relación con otra de las aventuras editoriales de Francisco Martínez: Juan Sansano Benisa. Como todos saben, Sansano fue primero aprendiz y luego responsable del taller de imprenta donde se editaba el diario La lectura popular, de Orihuela, diario fruto del empeño del abogado, periodista y editor Adolfo Clavarana. Es en este domicilio donde se sentirá, por un lado, muy apegado a la naturaleza por la proximidad a la sierra y la cercanía de varios corrales de ganado caprino, pero también muy cerca de la rutina educativa y religiosa del colegio: clérigos que pasaban, los toques del cercano campanario...

Francisco Martínez Marín es el mayor de cuatro hermanos, dos hijos y dos hijas, nacidos del matrimonio entre Francisco Martínez Cremades, primer director del Banco Español de Crédito, y María Dolores Marín Mateo. Asiste pronto a clases en un parvulario cercano a su domicilio, del cual guarda buenos recuerdos.

Se aficiona pronto al cine y los espectáculos teatrales, ya que su padre fue gerente de la empresa que gestionaba el Teatro Circo, antes de titularidad privada y perteneciente a la familia Esquer de Orihuela. Por esos años de primera niñez, su familia recibe un fuerte golpe al ser destituido su padre como director del Banco. Tal y como explicó en su día la prensa del momento (Actualidad entre otros), un cliente de la vecina Callosa de Segura, al que se le había concedido un préstamo, se suicidó antes de pagar su deuda.
Este estado de cesantía de su padre, como él bien recuerda, duro sólo unos pocos meses, pronto volvería al trabajo como funcionario municipal.

Su relación con el poeta se inicia en esos momentos de su más tierna infancia sin él saberlo ni proponérselo. Poniendo en orden años después sus recuerdos, recordaba a cierto muchacho, al que llamaban "Miguelico", que era hijo del tío Miguel, el "Visenterre", un propietario de ganado caprino y pastor del barrio al que sus padres conocían, y al que le compraban cada año, en fechas próximas a la festividad de la Epifanía, un cabritillo, con el que podían jugar unos días y que ingerían en una cena, sirviendo su piel de alfombra muchas veces. A este propietario o a su hijo, Miguel, le adquirían también la leche, ordeñada casi en el portal. Era Miguel Hernández.

Así llegamos al 18 de julio de 1936. Con el inicio de la Guerra Civil, Francisco ve como su padre debe abandonarles para cumplir con los deberes que le impone su reclutamiento. Es en esos momentos cuando siente que ha pasado a convertirse en un adolescente. Vive momentos álgidos del conflicto, como la quema del convento de Santa Lucía, depósito accidental de parte de los tesoros artísticos de la ciudad, o la declaración del final de la guerra, que además le coincidió con el visionado de una película en el cine.

Inicia, tras la guerra, las clases en el Instituto, sito entonces en la Plaza de la Trinidad. De allí, y tras jornadas de transportar diferentes enseres y materiales, entre ellos colecciones de minerales con otros compañeros, pasaría al Colegio de Jesús María, nueva sede del Instituto. Aquí conocerá a otro gran creador literario, Antonio Sequeros, profesor de Historia, de la que fue un modélico docente, pues al decir de todos sus alumnos, sus clases pasaban sin sentir.

La situación familiar parece que sigue mejorando, aunque no como quisieran, y su padre deja el empleo en el Ayuntamiento, pasando a una fábrica de harinas privada del municipio. Es en estos momentos también cuando el Colegio de Santo Domingo, con el regreso de los Jesuitas, reanuda su vida colegial, aprovechando esa bonanza para mandarle como alumno externo a dicho colegio.

Aquí, como la situación económica en general tampoco permitía demasiadas alegrías, se le concede una beca, a la vez que desempeña labores como "fámulo" sirviendo a los internos durante las comidas. Dotado para el dibujo, estuvo colaborando también durante un tiempo (1944-45) en la revista Santo Domingo, donde aparecerían dibujos y colaboraciones propias. Esta época formativa transcurriría entre los años 1940 -1947. De esos momentos, recuerda por un lado la emoción de conocer la enfermería y las aulas en las que estuvo Miró y por otro la pérdida de su "libertad", que pasaba por olvidar sus excursiones a la cercana huerta para coger ranas o bañarse en el río o en la vecina piscina de los hoy extintos baños de San Antón, y también por estudiar alguna vez en vacaciones, y curiosamente en la misma casa en la que vivió Gabriel Miró durante su estancia en el colegio, muy próxima al edificio del mismo.

Tras finalizar estos estudios, se presenta en la Universidad de Murcia al examen de Estado, que aprueba, tal y como aprobó antes el Bachiller. De esta época data también una manía por su parte, como era la de tomar notas de todo, algo que hace que sus compañeros le apoden premonitoriamente "el periodista", actividad que desempeñará por un tiempo, pero no adelantemos acontecimientos.

Su padre, interesado como cualquier padre por el futuro de su hijo, que por aquel entonces quería ser aparejador, le lleva a Madrid al Instituto Nacional de Psicotecnia, donde comprobarían que sus facultades estaban especialmente orientadas al ejercicio de las letras, algo que ya habían notado al realizar su Examen de Estado. No contento con esto, se acercan a una academia de preparación de ayudantes de ingeniero y que hace que al ver la pizarra llena de número y fórmulas matemáticas se desengañe.

Tras regresar a Orihuela, pasará un año en Valencia en la Escuela de Peritos Industriales, especialidad de "Artes y Oficios", volviendo a casa otra vez.

A todo esto, sus ansias editoriales, se renuevan y publica primero Acción, de la cual saldrán a la calle 12 números (1948), editados en la Imprenta del Oratorio Festivo, y que contaba con colaboraciones de Carlos Fenoll, Miguel Hernández y Adolfo Clavarana, junto con alguna cosita del propio Martínez Marín. Un año después, en 1949 y tras crear una cabecera a pluma, nace Juventud Mariana. Esta revista, muy ligada a los PP. Capuchinos, estuvo vigente hasta 1954, y en ella, Martínez Marín va poco a poco aumentando sus colaboraciones y funciones, sobre todo una vez que su director, Jesús Hernández Mateo, sea destinado a Xauen, a Melilla, para prestar su servicio militar. En estos momentos inicia su interés por los temas relacionados con Carlos Fenoll y Miguel Hernández, pero también por extender el conocimiento de la historia y la cultura oriolanas y de sus protagonistas. Entre enero y abril de 1951, aparecen publicados en esta revista, en folletón, diez poemas de la primera época de Hernández. La tirada, fue de 800 ejemplares. Sería la primera antología poética hernandiana publicada, como reconocen entre otros Víctor Infantes. Pronuncia distintas charlas, destacando una sobre "Los olvidados", hablando de los Sijé, Fenoll, Gisbert, Hernández... En 1951 se le encomienda la responsabilidad del folleto San Isidro Labrador. Festejos en honor del Santo Patrón, editado por la Escuela Tipográfica  de la Obra Social de las Congregaciones Marianas y la Cámara Oficial Sindical Agraria de Alicante, y que incluiría dos textos de Hernández, "El palmero" y el "Romancillo de mayo". Inicia también entonces carrera como autor de monólogos y artículos, pero también como poeta y sobre todo como ensayista, tratando los temas más dispares: el Colegio de Santo Domingo, la jura de bandera y el servicio militar.... Pero si hay algo "exótico" y fuera de lo normal entre las distintas aventuras que ha emprendido, es la composición de una zarzuela en dos actos, titulada Flor campesina, dedicándose durante todo un año a dar clases de piano para dotarla de música.

En estos años también, más concretamente 1951, se "estrena" como empresario. Crea Publicolor, una agencia de publicidad y de viajes. Ese año sale a la calle, ayudado por M. Luis, la revista Semana Santa, desaparecida en 1963, y a la cual le cabe el honor de haber tenido colaboraciones de bastante calidad, muchas de ellas pagadas, como Pemán, González Ruano, o Diego, por citar sólo unos pocos nombres.

En este mismo año, inicia un ciclo de visitas al domicilio alicantino de Juan Sansano Benisa, que queda paralítico. Sus visitas se prolongarán hasta el momento de su muerte, acaecida en 1955, manteniendo además una relación cordial en muchos aspectos que se vislumbra en la relación epistolar que ambos inician, en la que se incluyen recomendaciones para que Martínez Marín actuase de corresponsal (no llegó a suceder) del diario Información de Alicante, dirigido por Emilio Romero en esos momentos, y las mejores formulas para vender, citando listas de posibles clientes cuando se finalizase el libro Orihuela: Historia, Geografía y Folklore de su partido judicial, aparecido en 1954, cuyos derechos cede Sansano a Martínez Marín, y que se vió enriquecido con noticias y fotografías actuales obtenidas por éste. Como curiosidad, destacar que este libro se imprimió en Orihuela en los talleres de la Beneficiencia, por aquel entonces administrados por Efrén Fenoll, hermano del también poeta y compañero de tantas experiencias vividas con Miguel Hernández, Carlos Fenoll.

Un año después inicia su preparación para procurador, titulación que consigue tras el preceptivo examen en Albacete en 1954. Ese mismo año, tras adherirse a un pequeño grupo de oriolanos, funda Radio Orihuela. Allí redacta guiones, forma el cuadro de voces, hace radio-teatro..., y lo más importante, descubre nombres de figuras famosas después, como Pepe Baldó. Esta experiencia radiofónica venía ya de tiempo atrás, cuando con la ayuda de personal e infraestructura de la emisora Radio Murcia, organiza el 21 de marzo de 1952, durante la Fiesta de la Primavera, una lectura de poemas de Miguel Hernández en el Claustro de acceso a la Catedral, asistiendo incluso Carmen Conde. Este acto, tendría sucesivas continuaciones, como la Semana Homenaje a Hernández organizada por el Club Thader en el Cine Riacho (marzo de 1971), que en principio prohibió la autoridad gubernativa y que estuvo en suspenso hasta el último momento. Para subvencionarlas, se sortearon un ejemplar de las Obras completas (1960) y un tocadiscos, y se editó el Boletín Thader Extraordinario, reeditado en 1992 por la revista La Lucerna


En 1956 abre junto a un abogado de Orihuela un despacho de Gestoría Administrativa, compaginando estas labores con las radiofónicas y editoriales, como ya ha sido descrito. Además, colabora en algunos de los números publicados - cinco - de Sigüenza, y mantiene contactos con otros hernandianos, destacando los mantenidos con Manuel Molina y Vicente Ramos.

En 1959 contrae matrimonio, participando también en el nacimiento de un negocio relacionado con la decoración, del cual posteriormente se desvincula. Hasta ese año, fue además corresponsal del diario La Verdad en su edición de Murcia.

El ensayo, como ya comentamos, ha sido un género cultivado con bastante acierto por Martínez Marín, consiguiendo además premios y reconocimientos.  En 1969 consigue el Primer premio por su trabajo Cooperativismo en la producción agrícola en el cincuentenario de la Federación Católica de Orihuela. Luego, en 1971, participaría en el I Concurso de Ensayo "Ramón Sijé" con el ensayo Miguel Hernández. Influencia de su poesía en la Generación de la Post-guerra (sic). En 1972, concurriría a su segunda edición con Geografía e Historia del Principado Godo de Teodomiro. Ese mismo año, apareció en los anaqueles de las librerías Yo Miguel, que obtendría críticas muy favorables. Esta obra, tiene como origen el anteriormente citado Miguel Hernández. Influencia de su poesía en la Generación de la Post-guerra (sic), y se extiende entre los años 1910 y 1936. La minuciosidad en los datos es total, aunque reina una cierta desorganización. Yo Miguel, en principio iba ser, como el propio autor recuerda, algo muy novedoso, aportando el epistolario del poeta a Sijé y a su familia, y multitud de datos nuevos sobre su primera etapa literaria y biográfica. Además, se pensaban publicar treintaiocho poemas de esa primera etapa, pretendiendo (siempre en palabras de Martínez Marín) despojar a Miguel de la aureola mítica que pudiese llegar a ocultarle. Para ello, rescata mucha documentación oficial sobre el poeta y la familia a través de certificados de nacimiento, defunción, matrimonio..., y testimonios muy novedosos, tratando de "desmontar" tópicos. Es el caso de la pretendida pobreza del poeta, tópico mantenido muchas veces de manera interesada por el propio Hernández y que él trata de desmontar. También tratará de "fijar" el cuadro de los  amigos y conocidos de Hernández y las influencias artísticas que efectivamente recibe. Faltaría profundizar en algunos aspectos descubiertos por él un poco más. Es el caso de las relaciones de Miguel con el socialismo, que no hace, aunque él "exhume" la pertenencia de Hernández al cuadro artístico de la Casa del Pueblo. En general, es una biografía fruto del momento, que no engaña al lector y en la que hace algunas previsiones de futuro, como que la vida de Hernández podría servir de argumento para un guión para televisión o una obra de teatro, y así fue: en 1976, el oriolano Manuel Muñoz Hidalgo, publicó El tornillo, y en 2002, TVE estrenó una serie en dos capítulos sobre la vida de Hernández. Él, en 1996 reconoció que se guardó algo pensando en el momento de la desaparición de Josefina Manresa, la viuda del poeta, que le había negado en su momento el permiso para publicar los treintaiocho poemas que pensaba anexar al libro.

Una segunda parte ha sido reiteradamente anunciada por el autor desde 1973. Ésta incluiría el expediente carcelario completo de la estancia del poeta en el Reformatorio de Adultos de Alicante. Sería, en principio, publicada por la Editorial Planeta, aunque después pensó en la barcelonesa Taurus, para hacer una edición de bolsillo.  Incluso el título fue cambiando desde Soy un poeta a Yo, Miguel (Guerra, Cárcel, Muerte y Futuro). Esta segunda parte, desafortunadamente no ha visto todavía la luz, y permanece inédita, aunque partes de esa documentación prometida aparecería más tarde, es el caso del testimonio del expediente carcelario referido al Reformatorio de Adultos de Alicante, publicado,  en Canfali Vega Baja el 28 de marzo de 1984 en el artículo "Trece cárceles para un poeta. Últimos descubrimientos poéticos". Igualmente, en 1981, durante su Glosa al Pregón de Semana Santa, desvela un supuesto poema inédito, "¡Mañana!", que también recogería con posterioridad ABC ¡cuatro años después!, el 10 de octubre de 1985.

Martínez Marín no ha desechado nunca ningún tema relacionado con lo hernandiano. Así, en fecha tan temprana como 1973, ya empezó a interesarse por el epistolario de Hernández a Cegarra, a la cual pidió por carta más información y de la que no recibió contestación. Pero no ha sido sólo lo hernandiano, sino también la cultura y la historia de Orihuela. En 1973 presentó al Concurso de Ensayo "Ramón Sijé" un ensayo con el título de Antología crítica bio-bibliográfica de escritores oriolanos, 1850-1972, que se adelantaría a la antología preparada por José Guillén García y José Muñoz Garrigós. Cada ficha, siguiendo un orden alfabético, consta de la biografía del autor, una breve crítica y una muestra de sus publicaciones, pero es tanta la información (poco más de 300 páginas de abigarrados datos) que cabría hablar más que de un ensayo, de un "Diccionario de figuras oriolanas". Las fichas más "jugosas", serán las de Sansano, Hernández y Sijé, del cual el mismo Martínez Marín resalta que le faltan por recoger sus abundantes colaboraciones periodísticas.

Martínez Marín siempre ha sido un hombre enamorado de Orihuela y muy desprendido. En 1985, Año Internacional de la Juventud, se homenajea en España a los que se ha convenido en llamar "Poetas del sacrificio", es decir, Antonio Machado, Federico García Lorca y Miguel Hernández. Martínez Marín costea entonces un folleto de veinte páginas que les homenajea, titulado Homenaje poético a A. Machado, García Lorca y M. Hernández, y donde se incluyen dibujos de Asensio Sáez, facsímiles de cuatro cartas de Hernández, fechadas el 16 de mayo de 1932, 14 de enero de 1936, 7 de abril de 1939 y 30 de mayo de 1939, de las cuales alguna era inédita, y los facsímiles de sus certificados de nacimiento, bautismo, matrimonio y defunción y el certificado de matrimonio canónico expedido por el Reformatorio de Adultos de Alicante. Además, a modo de homenaje a Sijé, se incluyó la portada que le dedicó el semanario Acción el 30 de diciembre de 1930 en su número 41, seis días después de su fallecimiento.

En 1987, la Concejalía de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Orihuela edita un tríptico con el título de Cronología de Miguel Hernández, sin nombre de autor ni fecha de aparición, aunque es de Martínez Marín. El tríptico incluía un plano de la zona donde se desarrolló la trayectoria vital del poeta en Orihuela y una cronología hernandiana.

Posteriormente ese mismo año, se le declararía Hijo Predilecto, no desfalleciendo en su empeño de investigar y divulgar la historia y la cultura oriolanas, especialmente lo relacionado con el hernandismo. Así, son suyas bastantes colaboraciones en revistas dedicadas a personajes de gran importancia para el hernandismo, como Carlos Fenoll, en el número 41 de La Lucerna, de diciembre de 1995. Con él, ya mantuvo una intensa relación, de hecho ya preparó una "edición artesanal" de sólo cuatro ejemplares, con 80 poemas de Fenoll y Hernández en los años 1946-1947 y que se iba a enviar, entre otros, a los hermanos Fenoll para que hiciesen las paces (hablamos de Efrén y Carlos, que habían discutido, y llevaban al menos dos años sin hablarse en estas fechas por problemas familiares).
También se ha dedicado a investigar sobre Carmen Conde, autora como sabemos de títulos relacionados sobre el grupo de Orihuela y más modernamente, participó en el homenaje al secretario de Silbo, Ramón Pérez Álvarez, otro imprescindible hernandiano. Este homenaje, apareció en las páginas del número 42 (enero-febrero 1996) de La Lucerna acompañado de la edición facsímil del número 2 de Silbo. También el Vicario Episcopal de Orihuela y luego Obispo dimisionario de León, Luis Almarcha, y la relación entre García Lorca y Hernández han dejado sus huellas en forma de charlas y posteriores artículos-transcripciones en la prensa del momento. Citar más aventuras de este Alonso Quijano de las letras oriolanas, que emprendió hace muchos años unos caminos distintos de los de la crítica al uso, sería prolijo, aunque sí debemos mencionar que el hernandismo, intentando cancelar parte de la deuda casi perpetua que ha contraído con él, en el año 2002 le hizo objeto de la entrega, junto con su primo, D. Antonio García-Molina Martínez, y D. Joaquín Ezcurra, D. Joan Pàmies y D. Francisco Esteve, de la Medalla al Mérito Hernandiano. Sólo falta que la ciudad que le vio nacer también descubra cuánto debe agradecer el que su nombre, y el de uno de sus hijos más famosos, unidos para siempre, sean mundialmente conocidos.